El abogado del bailaor Rafael Amargo, Marcos García Montes. | Efe - DANIEL GONZÁLEZ

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Las llamadas intervenidas en la investigación a Rafael Amargo, acusado de tráfico de estupefacientes, avalarían la teoría de la Policía de que el artista vendía y compraba droga con el productor Eduardo de Santos y un socio, ya que en ellas habla de comprar «un kilo» por 13.000 euros y «hacer el agosto» porque en Madrid había poca droga en pandemia.

En la Audiencia de Madrid ha continuado este jueves el juicio a Rafael Amargo, Eduardo de Santos y a Manuel Ángel Batista, acusados de integrar un grupo que traficaba con droga, que presuntamente vendían desde el piso de Amargo. La Fiscalía pide nueve años de cárcel para el artista -que está en prisión desde noviembre de 2023 por no acudir a firmar al juzgado- y para el productor, mientras que para el otro acusado, 'Cubita', solicita seis años.

Estaba previsto que los acusados declarasen este jueves, pero la prueba documental se ha alargado durante cuatro horas y sus testimonios se han pospuesto para mañana viernes. Al inicio de la sesión el tribunal ha deliberado sobre si se escuchaban o no las intervenciones telefónicas llevadas a cabo en la causa, una prueba solicitada por la Fiscalía, ya que no estaban debidamente localizadas debido a un problema técnico, y un informático ha avisado de que podrían tardar en estar listas un mes.

Finalmente se han encontrado y se han escuchado la mayoría, todas de 2020, durante cuatro horas. Rafael Amargo se ha puesto a taconear cuando el tribunal ha decidido deliberar si se incluían las llamadas en el juicio, y se ha dado la vuelta para saludar a sus amigos y a su mujer. En una de las llamadas que se han expuesto, de septiembre de 2020, cuando había restricciones por la pandemia de coronavirus, Amargo habla con un hombre que, según la Policía, se dedica al tráfico de drogas, y al que el artista le dice que necesita «un kilo» por el que pagaría hasta 13.000 euros, y le pide que le mire «para hoy mismo» el precio al que podría conseguirlo.

Amargo añade que «no hay droga» y que «en un movimiento podría ganar un buen dinerico», e incide en que hay escasez de droga y «podría hacer el agosto». Cuando el interlocutor pregunta a Amargo quién pondría el dinero, Amargo le dice que no lo pagaría él, sino «un productor de teatro». En otra conversación se escucha a Rafael Amargo y a Eduardo de Santos hablar de alquilar un local como lavandería en la que dirían que se limpiaban los trajes de varios espectáculos, aunque van detallando que tendría «unos reservados muy monos» con «espacio para poner las cuentas, las bolsitas».

En un momento dado uno de los dos dice que el contrato de alquiler no estaría a sus nombres si no «a nombre de un poligonero», lo que avalaría la tesis policial de que buscaban una tapadera. En otra llamada se escucha cómo una mujer pide al artista que «le venda tusi, como el otro día» y le explica que ella no tiene «mucho dinero», a lo que él contesta: «espera que me lo traiga mi distribuidor». Otro día de agosto de 2020 una persona le pide a Amargo «tina», en alusión supuestamente a la metanfetamina, y que se la deje a 25 euros, pero Amargo le dice que no hay y que tiene «a todo el mundo esperando».

A la salida de la sede judicial, uno de los letrados de Amargo, Marcos García Ortega, ha dicho que las escuchas «se han obtenido de forma ilícita» y no les da veracidad, ya que «nunca tenían que haber sido admitidas por el juez», y en cualquier caso no acreditan que el artista vendiera droga. El letrado del productor, Armando Lucendo, ha restado importancia a la prueba, diciendo que son «llamadas entre adictos que tienen conversaciones de adictos».