La mitad de los tiburones que ha podido filmar la investigadora lleva anzuelos clavados debido a la pesca accidental.

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La Universitat de les Illes Balears, a través de la Oficina Fundraising-UIB, gestionada por la Fundació Universitat-Empresa de las Illes Balears (FUEIB), promueve la captación de fondos privados para la protección de los tiburones del Mar Mediterráneo. Este proyecto, liderado por la doctora en Biología Ana María Abril, consiste en llevar a cabo diferentes pruebas en el mar con tiburones: evalúa la capacidad de observación visual de especies de tiburones emblemáticos en aguas baleares; recopila y analiza datos para la publicación de artículos científicos usando el acceso a los animales para obtener datos sobre comportamiento, genética y movimientos; y edita y analiza datos para promover la prohibición de la pesca y consumo de tiburones en Balears.

Estos trabajos, dirigidos a audiencias que van desde políticos a profesionales del turismo, pescadores, jóvenes y adultos, tienen como objetivo final promover una imagen positiva de los tiburones en las Islas, cuya aportación al ecosistema es básica para el Mediterráneo. En el País Vasco existen incluso negocios de ecoturismo que ofrecen la posibilidad de nadar entre tiburones.

“Más de un 90% de los tiburones del Mediterráneo ha desaparecido debido a múltiples factores. Los dos principales son el bycatch, o pesca accidental, y cortar las aletas, que creemos que se produce pese a estar prohibido. El problema es que los tiburones están en la parte de arriba de la cadena trófica y cualquier variación afecta a todo el ecosistema”, indica Abril.

Asociar el tiburón al mal, o el delfín al bien, son creencias que no se sustentan científicamente. “Un delfín cae mejor porque tiene una boca que parece que sonríe y una tintorera es al revés, pero mi experiencia personal con el tiburón es que no va a por las personas, es un animal miedizo y además no suele estar en las zonas de costa donde la gente se baña. Lo encontramos a ocho millas de la costa, a unos 100-150 metros de profundidad. Los que se acercan a la costa es porque están enfermos”, añade.

Uno de los mejores recuerdos de Ana María Abril es haber podido nadar con una tintorera en mayo del año pasado, a unas ocho millas de Sóller.

En el Mar Mediterráneo se puede encontrar el cazón -mussola-, que es un tiburón, y la tintorera, que suele estar más cerca de la superficie. Abril cree que también podría haber tiburones blancos, pero no se han avistado.

La reducción de tiburones en el Mediterráneo acaba perjudicando a la pesca tradicional. “Si hay menos tiburones depredadores, hay más presas de atún y delfín. Los delfines aprenden dónde hay comida y van a comer a las redes de pesca artesanal, lo que está reduciendo los volúmenes de capturas de pesca”, explica Abril.

LA INVESTIGACIÓN. Su función consiste en filmar los ejemplares de tiburón que encuentran de una forma innovadora que les permite grabar las 24 horas. “En tres años de investigación hemos podido comprobar que la mitad de los ejemplares que hemos podido filmar y estudiar llevan anzuelos clavados. Hemos visto tintoreras con mandíbula rota, con el anzuelo en sitios delicados que no pueden morder... una vez demostrado esto científicamente, queremos ver cómo se pueden modificar las leyes para protegerlos. Por ejemplo, utilizando anzuelos que no queden clavados o que se puedan desprender más facilmente.

El proyecto Sharkmed, cofinanciado por la Fundació Marilles, también es un candidato a recibir donaciones privadas a través de la Oficina Fundraising-UIB. Se trata de una acción de responsabilidad social que permite desgravar gran parte de la aportación.