Un restaurante de Sant Antoni de Portmany, centro neurálgico del turismo británico en Eivissa, con la terraza llena a la hora de la cena este agosto.

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Si nada se tuerce a última hora, las Pitiüses habrán salvado la temporada turística de 2021 con unas importantes cifras en cuanto a llegada de turistas y ocupación hotelera. Y lo habrán hecho sin uno de sus grandes atractivos turísticos: el ocio nocturno. Por segundo año consecutivo, las grandes discotecas de la isla de Eivissa han estado cerradas y miles de clubbers de todo el mundo se han quedado con las ganas de volver a las pistas de baile ibicencas tras la irrupción de la pandemia de coronavirus.

Pese a que el ocio nocturno ha estado cerrado, la sensación de saturación en las carreteras y en las playas se ha vuelto palpable entre los ibicencos este mes de agosto, por lo que hay voces que se preguntan si Eivissa sería viable, si podría sobrevivir sin sus grandes discotecas teniendo en cuenta que, según un estudio de la UIB, el sector del ocio aporta 770 millones de euros anuales y el 35% de los puestos de trabajo en Eivissa. “Nunca hemos renegado de esta cara de la isla porque entendemos que es tan importante como las otras. El sector del ocio ha entendido su papel en esta crisis y han sido los primeros en dar un paso adelante y en ser consecuentes y coherentes con lo que necesitaba Eivissa”, apunta Juanmi Costa, director insular de Turisme. Sin embargo, para el presidente del grupo ecologista GEN-Gob, Joan Carles Palerm, “este verano ha quedado patente que el modelo de ocio nocturno no es tan necesario. A pesar de no tener discotecas, la realidad es que en agosto se ha estado por encima de la capacidad de carga de la isla: nos sobraban coches, gente… hemos estado saturados. Hay que reducir la posibilidad de poner gente sobre la isla. En julio estábamos mejor con la misma gente trabajando”.

Al no haber abierto las grandes discotecas, este verano han proliferado las fiestas ilegales en casas de campo alejadas de núcleos urbanos organizadas clandestinamente y que el Consell d'Eivissa ha perseguido con la contratación de inspectores infiltrados. “Estamos muy contentos con el Consell porque ha puesto toda la carne en el asador, algo que veníamos reclamando hace mucho tiempo porque las fiestas ilegales suponen una imagen muy mala para Eivissa”, señala José Luis Benítez, gerente de la asociación Ocio de Ibiza. Para Benítez, el auge de las fiestas ilegales “nos demuestra que la gente quiere salir, divertirse. Las grandes discotecas volverán porque la gente lo está buscando. El año que viene volverá a ser nuestro año, volveremos a trabajar en el ocio nocturno y servirá para acabar con las fiestas ilegales que no son buenas para la isla ni para nadie”. Ocio de Ibiza lamenta que no se haya aprobado el pasaporte sanitario para acceder a las discotecas, como ellos venían reclamando.

Los pequeños y medianos empresarios pitiusos tampoco ven claro lo de renunciar al ocio nocturno. “La mayoría sabemos que hay unas Pitiüses diferentes pero creemos que el ocio es una parte importante porque somos un referente mundial y no podemos perderlo”, destaca Alfonso Rojo, presidente de PIMEEF. “Quizás se puede adaptar un ocio que no esté tan hinchado y seguir haciéndolo igual de bien para que nuestros visitantes disfruten de nuestra amplia oferta. En Eivissa tenemos empresas punteras en este sector, que están en el top 10 a nivel mundial. El que se crea que en las Pitiüses no vive del turismo ni del ocio tiene un problemón, incluidos los funcionarios”, sentencia Rojo.

Desde el Consell d'Eivissa señalan que el cambio de modelo turístico “siempre es recurrente” pero apuestan por “mejorarlo en vez de cambiarlo”. Juanmi Costa cree que el turismo de masas en Eivissa “está destinado a morir porque la isla es la que es y hay que ir hacia un turismo más sostenible. Pero este proceso tardará años”. En este sentido, Rojo considera que “el turismo no tiene que molestar, tenemos que controlarlo. La permisividad no tiene que ser total”. En cuanto a la temporada actual, el presidente de PIMEEF recuerda que “a estas alturas, el año pasado estábamos cerrando. Estamos contentos pero no hay que lanzar las campanas al vuelo. Con que los trabajadores no estén pendientes de los ERTE ya ha valido la pena esta temporada”.