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Una imagen vale más que mil palabras. El capitalismo concentra toda su esencia en un gráfico: una línea hacia adelante y hacia arriba que representa el incremento del Producto Interior Bruto. A estas alturas existe un amplio consenso en que la actividad económica debe respetar el medio ambiente y tener en cuenta las necesidades de las generaciones futuras. La economista británica Kate Raworth buscaba una imagen que resumiera la complejidad del mundo actual y que reflejara lo que entiende que es el objetivo del siglo XXI: satisfacer las necesidades de todas las personas dentro de los límites planetarios. Y la visión que tuvo fue la de un dónut. En su libro Economía rosquilla. Siete maneras de pensar la economía del siglo XXI (Paidós, 2018) explica su planteamiento, cuya visión se resume en que el progreso y la prosperidad ya no se garantizan con el crecimiento del PIB, sino mediante el equilibrio que supone tener una base social sin privaciones humanas y respetar un techo ecológico por encima del cual se entraría en la degradación del planeta. El dibujo queda representado por dos círculos concéntricos que forman un dónut, en medio de los cuales se debe encontrar la prosperidad. Ciudades como Ámsterdam, Copenhague, Londres y Barcelona han empezado a aplicar los principios que rigen esta teoría. ¿Podría Balears aplicar el dónut?

EL MODELO. Raworth define la rosquilla, o el dónut, como «una brújula radicalmente nueva para guiar a la humanidad en este siglo». «Apunta a un futuro que puede satisfacer las necesidades de cada persona al tiempo que salvaguarda el medio natural del que todos dependemos», señala.
El dónut se forma a partir de dos círculos, que suponen las fronteras interior y exterior. El límite interior es fundamento social, es decir, el nivel mínimo que requiere la humanidad, por debajo del cual habrá deficiencias en el bienestar. Está formado por doce magnitudes: agua, alimento, salud, educación, renta y trabajo, paz y justicia, participación política, equidad social, igualdad de género, vivienda, redes y energía.

El anillo exterior es el límite ecológico por encima del cual se halla una sobreexplotación de los recursos necesarios para la vida en la Tierra. Se contabilizan nueve aspectos relacionados con los límites ecológicos: cambio climático, acidificación de los océanos, contaminación química, carga de nitrógeno y fósforo, extracción de agua dulce, conversión de tierras, pérdida de biodiversidad, contaminación atmosférica y reducción de la capa de ozono. Estos límites están en línea con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas que se pretenden alcanzar en 2030.

El modelo del dónut
El modelo del dónut busca la manera de propocionar a toda la población mundial, no solo a la de los países desarrollados, una economía más sostenible y justa. Foto: Pixabay

La tarea, indica Raworth, no tiene precedentes: hay que llevar a toda la humanidad al espacio justo y seguro, que se sitúa en el equilibrio, dentro del dónut. El libro señala que pese a los logros que se han alcanzado en bienestar durante la segunda mitad del siglo XX, la realidad sobrepasa los límites del dónut en ambos sentidos: muchos millones de personas viven todavía por debajo de cada una de las dimensiones que constituyen el fundamento social, mientras que según la autora se han transgredido al menos cuatro de los nueve límites ecológicos (cambio climático, carga de nitrógeno y fósforo, conversión de tierras y pérdida de biodiversidad).

SIETE PRINCIPIOS. La economista, docente en las universidades de Oxford y Cambridge, considera equivocada la manera como se enseña la carrera de economía en las universidades porque, dice, no se adapta a las necesidades actuales. Considera que los fundamentos del pensamiento económico ortodoxo son «obsoletos, estrechos de miras o directamente erróneos». Por ello, propone siete nuevas maneras de pensar como un economista del siglo XXI.

1. Cambiar de objetivo. Pasar del crecimiento del PIB al gráfico del dónut, lo que supone dejar atrás la fijación por el PIB como principal indicador de progreso para abrazar el respeto a los derechos humanos de todas las personas dentro de los medios del planeta.

2. Ver el panorama general, sustituyendo el diagrama de flujo circular de la renta de Paul Samuelson por una representación de la economía incardinada, una expresión que para la autora significa vincularla a la sociedad y a la naturaleza.

3. Cultivar la naturaleza humana para evolucionar del individualismo del hombre económico racional al «ser humano social adaptable».

4. Aprender a dominar los sistemas. Ello significa dejar atrás el simple gráfico del cruce de las curvas de oferta y demanda y empezar a hablar de complejidad dinámica, es decir, la economía como un sistema complejo en perpetua evolución.

5. Diseñar para distribuir. El objetivo es reducir la desigualdad, lo que implica ir más allá de la redistribución de la renta para explorar nuevas formas de redistribuir la riqueza que radica en el control de la tierra, la empresa, la tecnología, el conocimiento y el poder de crear dinero.

6. Crear para regenerar. Esta tesis abraza los principios del diseño regenerativo. Considera que hay que crear una economía circular -no lineal- y restituir a los humanos como plenos partícipes de los procesos cíclicos de la vida en la Tierra.

7. Ser agnóstico con respecto al crecimiento. Este principio implica dejar de pensar en el crecimiento económico infinito como algo indispensable, propio de la economía ortodoxa. Raworth propone dejar de ser «adictos» al crecimiento del PIB. «Hoy tenemos economías que necesitan crecer, independientemente de que nos hagan prosperar o no; y lo que necesitamos, precisamente, son economías que nos hagan prosperar, independintemente de que crezcamos o no», señala.

DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA. En el año 2019 se fundó el Doughnut Economics Action Lab (DEAL), una empresa de interés comunitario que tiene la misión de «convertir las ideas de la economía del dónut en acción». Andrew Fanning es el líder de investigación y análisis de datos. «El DEAL nace con la idea de que surja una energía entre las personas que quieren cambiar las cosas. Aglutina a gobiernos, comunidades, investigadores, docentes, individuos... que estén inspirados por el libro y quieran promover estas ideas», explica Fanning. Por una parte, aplican metodologías cuantitativas para calcular el dónut en regiones o ciudades, pero también trabajan a nivel comunitario con metodologías participativas. Mientras que su colaboración con las empresas consiste en transformar su diseño, cómo son, para hacerlas más regenerativas y distributivas.

El dónut tiene relación con la economía circular, aunque va más allá. «Son conceptos aliados pero tienen sus diferencias. La economía del dónut busca dinámicas para transformar el sistema de forma que sea más regenerativo y distributivo. La economía circular en las empresas se suele centrar en los procesos o los productos y busca reducir los residuos o la contaminación. Sin embargo, es importante trabajar el diseño de la empresa en sí para que sea más distributiva y tener más en cuenta el impacto social», aclara.

El DEAL no pretende ser un movimiento. «Uno de nuestros principios es que no pretendemos ser un movimiento, sino que nos unimos a movimientos más grandes que nosotros que trabajan en pro de una economás sostenible y justa, ya que hay numerosas organizaciones de este tipo. Somos muy pequeños respecto al mainstream y por ello creemos que hay que juntarse, pero no es fácil. Somos una parte disruptiva que quiere cambiar lo convencional, pero lo convencional tiene gran capacidad para consumir estas ideas», reconoce Fanning.

El Doughnut Economics Action Lab ha diseñado una metología para superar las barreras que existen para poder avanzar hacia el espacio justo y seguro. «Los resultados de la radiografía del dónut en las ciudades o países tienden a demostrar que en sitios de altos ingresos se sobrepasan bastante los límites ecológicos y que hay margen de mejora en equidad, igualdad social o reducción de desigualdades. Pero vemos que la forma de funcionar de las administraciones puede actuar como una barrera a los cambios que hay que hacer para vivir dentro del dónut. Por ello hemos desarrollado una herramienta para potenciar lo que se hace bien y ayudar a eliminar las barreras. Explora cinco niveles: propósito, redes, gobernanza, propiedad y finanzas», indica. Combina la visión local, la visión global, la diversidad de ecosistemas en cada territorio y la manera como se relacionan los stakeholders en cada sitio.

¿EN BALEARS?. Preguntados por si Balears podría adoptar el enfoque del dónut, diferentes economistas de referencia en las Islas se muestran a favor de la economía circular pero son escépticos respecto a esta propuesta. Antoni Riera deja claro que los principios de circularidad no implican decrecimiento económico. Josep Ignasi Aguiló considera que aplicar el dónut reduciría el nivel de vida. Y Aleix Calveras recuerda los límites de la economía circular. En cambio, el consultor internacional Daniel Wahl está totalmente a favor del modelo y es partidario de hacer la radiografía del dónut para cada isla.