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La semana pasada estuve viendo en Movistar Plus una entrevista que hacía Jorge Valdano a Lionel Messi para #Vamos. El astro argentino era entrevistado antes de iniciar la concentración con motivo del Mundial de Catar 2022. Con independencia del contenido, reconozco que me sorprendió cómo se lamentaba el jugador de que su hijo de 10 años –y a diferencia de él mismo– no tuviera especial interés en salir a jugar a la pelota con sus amigos y que la videoconsola fuera a lo que dedicaba gran parte de su tiempo de ocio.

Reconozco mi estupefacción porque si cuando eres el hijo de Messi no «matas» por estar todo el día con una pelota en los pies… cómo será para el resto de los chicos. La primera reflexión -sin ningún fundamento científico o estadístico– es que si nuestros chavales no tienen interés por el fútbol «real», ya imaginas que no me refiero al «FIFA 23», la generación de futbolistas con talento, y que ganen mundiales, va a disminuir tanto en España como en países de nuestro entorno, con similares características sociológicas. Por otro lado, si no hay interés en Europa por meter goles «de verdad», ¿es posible que dentro de 10-20 años los países de continentes africanos o asiáticos sean los que comiencen a ganar competiciones mundiales?

Pero no vayas a creer que esto es un hecho aislado. En mi sector, el de los despachos profesionales y por motivos supongo que totalmente distintos, aunque seguro que conectados en algún punto, también nos estamos lamentando. El despacho Baker McKenzie, publicaba un informe titulado ‘Lucha a muerte entre despachos y clientes’, en el que se lamentaba de un futuro con caída de los márgenes de beneficio, en el que la innovación brillaría por su ausencia… y la guerra por el talento se recrudecería porque a los equipos jurídicos de empresa les resultaría casi imposible encontrar a jóvenes interesados en trabajar con ellos.

Este fenómeno no solo está pasando en el sector jurídico, tamValbién cuando asistes a jornadas profesionales de auditores, escuchas quejas sobre el hecho de que no se está existiendo un relevo generacional. Los jóvenes con talento no están viendo la auditoría como una salida profesional. Y así, por lo que estoy viendo, ocurre igual con los asesores fiscales y laborales, contables...
¿Alguien puede hablar con las universidades para ver si puede hacerse algo? ¿Es posible que las empresas tengan que reinventar su forma de gestionar el capital humano? ¿La forma de trabajar tiene que reinventarse?