Las variaciones en temperatura y salinidad tienen efectos directos en la densidad del agua, que es el factor clave de la circulación termohalina. - Archivo

TW
0

Un informe de Puertos del Estado constata que el Mediterráneo experimentará un incremento de la temperatura y la salinidad superficial a lo largo del siglo XXI, en el supuesto de cumplirse los pronósticos de las emisiones de gases de efecto invernadero. La temperatura en superficie habrá aumentado 2,5 grados de promedio al final del siglo, según las simulaciones y proyecciones de los técnicos de Puertos del Estado, mientras que el aumento de la salinidad será generalizado.

La temperatura superficial del Mediterráneo aumentaría un promedio de 2,5 grados, pasando de los 19,3 grados de temperatura media de 2000 a los 21,8 grados en 2099. Las tendencias de temperatura son positivas en toda la cuenca mediterránea, con valores siempre superiores a dos centésimas de grado por año. La serie de temperaturas medias mensuales y anuales de 1969 a 2099 para el conjunto del Mediterráneo muestra un aumento constante, al mismos tiempo que evidencia un aceleración del proceso a partir del año 2000.

La salinidad superficial también es uno de los valores que experimenta una variación importante, al observarse un incremento prácticamente generalizado en toda la cuenca mediterránea, vinculado al aumento de evaporación en toda la zona.

Las variaciones en temperatura y salinidad tienen efectos directos en la densidad del agua, que es el factor clave de la circulación termohalina. Se trata de la circulación convectiva que afecta de modo global al conjunto de las masas de agua oceánicas. Es muy importante por su significativa participación en el flujo neto de calor desde las regiones tropicales hacia las polares, sin la que no se comprendería el clima terrestre.