Andreu Coll (izquierda) y Fran Abás, en los juzgados de Palma.

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Totalmente conscientes. El informe de un médico forense y de un psicólogo sobre los dos parricidas de Alaró concluye que Andreu Coll Tur y Fran Abas sabían lo que hacían cuando mataron a golpes al padre del primero y conocían las consecuencias. Los informes recogen un relato pormenorizado de las relaciones entre ambos jóvenes de apenas 20 años y de los motivos por los que mataron al empresario Andreu Coll el mes de junio del año pasado. Los dos asesinos confesos están en prisión, uno en Palma y el otro en Zaragoza y asumen la situación como «un marrón», en palabras de Abas.

En respuestas, «cortas y concisas», Andreu Coll relató que se fue a vivir con su padre para poder tener una situación económica que con su madre no tenía y poder obtener «caprichos». A partir de ahí, la convivencia con el padre se deterioró por lo que el autor del crimen describe como «humillaciones» que sufría. Lo que relata son reproches de su padre por motivos laborales y económicos. A partir de ahí surge la relación con Francisco Abas, al que conoce a través de un videojuego. El joven maño, al que se describe como un chico sin apenas amigos, se enamora del mallorquín e interviene en el plan para ayudarle. Ambos comentan la situación con el padre y hablan de matarlo, en principio sin ir en serio. Ninguno de los dos da un momento en el que esas charlas se convierten en un plan criminal, pero, a partir del viaje de Abas a Mallorca -unas dos semanas antes del crimen- hablan entre sí: «podríamos hacerle algo». Los forenses señalan que esa era una determinación firme, como demuestra el primer intento fracasado del día antes del asesinato y también apuntan a que tuvo que ser del hijo de la víctima de quien surgiera la iniciativa.

El día de los hechos -el 29 de junio- le esperaron los dos armados. Abas relató a los médicos que él dio el primer golpe porque a su compañero le daba miedo. Sin embargo, fue el hijo el que remató a la víctima con un altavoz. Después intentaron deshacerse del cuerpo que dejaron en un coche en un descampado y de borrar pruebas. A juicio de los expertos este comportamiento constatan que tenían conocimiento del acto en sí y de sus consecuencias. De hecho, los dos admiten la necesidad de un castigo por lo sucedido.

La relación entre ambos jóvenes se ha enfriado tras su encarcelamiento. Los dos niegan haber tenido una relación sentimental, dado que Coll se define como heterosexual.