Los ciudadanos destinan una parte de su dinero a pagar impuestos. | Efe

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La inflación se ha convertido en la de las principales amenazas que se ciernen sobre el horizonte económico y que ya está causando estragos en los bolsillos de las familias. El Gobierno ha aprobado algunas actuaciones para hacerle frente y, de momento, no han tenido los efectos deseados. El pasado mes de julio, este indicador escaló hasta el 10,8 %, aunque es cierto que la subida se ralentizó, en cierta medida: en junio fue del 10,2 %. Ante este panorama, Ultima Hora ha preguntado a algunos expertos qué medidas se deben tomar para frenarla.

Luis García Langa, director de Corredordefondos.com, lo tiene muy claro: bajar impuestos. «Con esto automáticamente bajaría la inflación. No hay que olvidar que las subidas de inflación hacen que las administraciones públicas recauden más: tanto por impuestos indirectos (el IVA es un porcentaje del precio, si es más alto, más cobra Hacienda), como de indirectos (el IRPF va por tramos, un trabajador al que le suban el sueldo un 3 %, todavía es un 7% más pobre por la inflación. Sin embargo para Hacienda es más rico y paga más porcentaje de sus ingresos en la declaración de la renta)». No obstante, reconoce que «no parece el escenario más posible, aunque sería justo, ético y económicamente positivo»; por lo que avisa que «a las familias solo les queda equilibrar sus finanzas. Es algo que siempre ha sido necesario y quien lo haya hecho ya habrá sufrido menos esta inflación».

La presidenta de la CAEB, Carmen Planas, también hace referencia a los impuestos. «Desde CAEB llevamos tiempo solicitando una bajada de impuestos para que las empresas y los ciudadanos vean aliviada la presión fiscal en sus balances económicos y en sus nóminas, respectivamente». Además, sostiene que «la subida de los tipos de interés en medio punto intenta poner freno a esta situación, ya que, insisto, no se prevé que la inflación baje del 8 % este año y se sitúe en torno a un 3 % en 2023. Por contra, la subida de los tipos encarece el financiamiento de las empresas, puede frenar la inversión y comprometer el balance de empresas, aunque la mayoría de ellas ya se habían anticipado, hecho los deberes y elaborado planes de contingencia. En estos momentos de incertidumbre, los empresarios necesitamos seguridad jurídica, estabilidad y no cambios de rumbo constantes, sin previo aviso y sin consenso. El tejido empresarial no es ajeno a los problemas que genera una inflación que no padecíamos en España desde hace más de 30 años. Además, estas medidas se han aprobado sin el más mínimo consenso, cuando es precisamente el Gobierno el que nos está demandando diálogo constantemente».

Planas resalta que «desde las patronales tendemos la mano al Ejecutivo para buscar soluciones a esta situación, pero los costes de la crisis no pueden asumirlo únicamente las empresas en forma de medidas parciales o subidas de impuestos. En un escenario de subida de tipos de interés, la creación de nuevos tributos a la carta supone una barrera añadida para las empresas españolas, especialmente pymes y autónomos, en el ansiado camino hacia la recuperación».

El director general de Modelo Económico y Empleo, Llorenç Pou, precisa que las principales medidas que se pueden adoptar para reducir la inflación son de competencia estatal. «Quien dispone del recorrido presupuestario es el Gobierno de España, tanto a nivel fiscal como de gasto público y de gastos que puedan afectarse; como se está haciendo con la energía, con la rebaja del IVA, etc. Aquí quien tiene los márgenes de impacto es el Gobierno de España». No obstante, considera que «lo importante es que las patronales y los sindicatos se pongan de acuerdo» en la manera de reducir las incertidumbres y ofrecer estabilidad; «aquí el Govern estará para mediar y ayudar en los que haga falta».

Pau A. Monserrat, miembro del CES, profesor de la UIB y economista de FuturFinances.com, advierte que «nos tenemos que acostumbrar a una larga época inflacionaria. Parece que en 2023 las predicciones apuntan a que se empiece a controlar, pero aún crecerá por encima de valores deseables. Hay que repartir la pobreza que nos ha producido una inflación interanual por encima del 10 % en algunos meses y que amenaza con cerrar el año por encima del 8 %. La COVID-19 y su impacto negativo en la globalización, la guerra en Ucrania, la escasez de materiales y el encarecimiento de la energía auguran un nuevo momento para la economía, con precios altos de bienes que antes consumíamos a precios relativamente bajos», concluye.