Carmen Gagó García durante la entrevista con este periódico. | Marina J. Ramos

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A pesar de representar sólo el 3 % de todos los tumores femeninos, el cáncer de ovario es la cuarta causa de muerte por cáncer en la mujer y la primera causa de mortalidad por cáncer ginecológico. En 2022 en Baleares se diagnosticaron 79 casos (es el noveno en incidencia, con gran diferencia con el de mama, con 785). Pese al menor número, mantiene una tasa elevada de mortalidad, en gran medida por recibir un diagnóstico tardío debido a la falta de síntomas específicos y a ausencia de un método eficaz de diagnostico precoz. En este lunes, Día Mundial del cáncer de ovario, Carmen Gagó García (Santander, 1965), paciente con cáncer de ovario, pone rostro e historia a las cifras, con el objetivo de concienciar y visibilizar esta enfermedad.

Hasta 2015, Carmen llevaba una vida cómoda y común. Residente en la Isla desde el 89, era administrativa de la Seguridad Social y disfrutaba las vacaciones viajando. Un día noto un bultito en su mama izquierda y desde entonces la vida no volvió a ser la misma. Se enfrentó a un cáncer de mama, a sesiones de quimioterapia, radioterapia y a una cirugía. Fue un proceso difícil y largo, tanto por las secuelas físicas como mentales, pero del que logró salir con un final feliz: libre de enfermedad. Carmen rememora y valora positivamente la visibilización y gran cantidad de información acerca del cáncer de mama. Algo, que no ocurrió dos años después, cuando le detectaron un cáncer de ovario: «Con el cáncer de ovario me he sentido sola. Solo conocía a una mujer de mi entorno que lo había tenido y había fallecido», explica.

Carmen Gagó, en la sede de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Palma. Foto: Marina J. Ramos.

Síntomas y detección

Son síntomas poco específicos, que pueden asociarse a otras causas, como estrés, problemas digestivos o incluso derivados de la menstruación.«Me sentía el abdomen más hinchado de lo normal, pero lo achacaba a mis problemas intestinales; también con poco que comía me sentía llena enseguida y tenía frecuentes ganas de ir a orinar», hasta que un día Carmen se tocó la tripa en la cama y notó un bulto. Lo consultó con el médico de cabecera y le derivó a ginecología. Un día después, un 22 de diciembre, acudía de urgencias a Son Espases por dolores que habían aumentado hasta hacerse insoportables. Allí le realizaron un seguido de pruebas y la citaron al cabo de unos días para hacerle otras más concluyentes y determinar qué era la masa tumoral.

El día de reyes, quince días después, al pasarse la mano por la tripa, Carmen notó que el bulto había desaparecido. De vuelta al hospital, confirmaron que la masa se había roto y le recetaron calmantes. Al día siguiente, Carmen volvió con mucho dolor. Quedó ingresada y entró en quirófano de Urgencias sin saber exactamente a qué se enfrentaba. «Entre las opciones que barajaban los médicos estaba la del cáncer de ovario, pero también sospechaban que fuera otro tipo de tumor, incluso benigno». Tuvo que esperar tres angustiosos meses hasta recibir un diagnóstico firme. Cáncer de ovario. Con seis ciclos de quimioterapia consiguió erradicar el cáncer, pero quedó muy deteriorada por todos los tratamientos que ya llevaba a sus espaldas.

Visibilidad y compañía

«Un segundo cáncer es un mazazo. Y además, cuando me detectaron el cáncer de ovarios me sentí sola, no está visibilizado. La única mujer que yo conocía con cáncer de ovario era una vecina que había fallecido. Con el cáncer de mama tenía mucho acompañamiento por parte de otras mujeres que lo habían pasado y se habla más de ello, incluso está el lazo rosa. En cambio, del cáncer de ovario poco se habla y te preguntas de qué color es el lazo, si es que tiene», de esta forma Carmen llama a una mayor divulgación de este tipo de cáncer, con el objetivo de que las mujeres estén más atentas a posibles síntomas y puedan tener diagnósticos más favorables, al detectar la enfermedad de forma precoz. Además, anima a participar en asociaciones como la Asociación Española Contra el Cáncer (donde participa en actividades, entre ellas las clases de yoga oncológico o ejercicio terapéutico) o la Asociación de Afectados por Cáncer de Ovario (ASACO), para vivir el cáncer en compañía y combatir la soledad. Tras librarse oficialmente del cáncer de ovario, Carmen ha sufrido una recaída. Afronta otra tanda de sesiones de quimioterapia y radioterapia. Pese a la dureza del proceso, llama la atención su voz tranquilizante y su sonrisa. La de una mujer con muchas ganas de vivir y sonreir.