Marga Jiménez, coordinadora de Salud Laboral de CCOO Balears. | Jaume Morey

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El Nobel y etólogo Konrad Lorenz fue uno de los pioneros en acuñar el término mobbing y lo relacionó con el comportamiento animal a la hora de echar en grupo a un intruso del territorio. En el ámbito de las relaciones humanas, mobbing sería una forma de hostigamiento a una persona en su entorno de trabajo. Sin embargo, no es la única forma de acoso laboral. La psiquiatra y psicoanalista francesa Marie-France Hirigoyen habló por primera vez, a finales de los noventa, del acoso moral a través de su publicación El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Este libro y su terminología llegaría a España para revolucionar una situación que mucha gente padecía pero que, hasta ese momento, no sabía identificar como maltrato. Hoy el acoso moral es lo que llamamos acoso psicológico.

A partir de la publicación, nacieron muchas entidades y asociaciones para ayudar a las víctimas. En Balears, se constituyó la –primera– Asociación de Ayuda por Acoso Moral en el Trabajo de Balears (Anamib), que hasta hoy no ha dejado de conocer casos y no solo a nivel territorial, sino también mundial. Las notificaciones de acoso psicológico en el trabajo han aumentado en los últimos años y las previsiones de cara al futuro no son muy positivas. La variedad terminológica es muy amplia, desde conflictos, mobbing hasta acoso psicológico o institucional, violencia psicológica o psicoterror laboral, según se recoge en un informe elaborado por el Instituto Nacional de Seguridad de Higiene en el Trabajo desde 2009.

En Comisiones Obreras (CCOO) de Balears han recibido unas 600 consultas relacionadas con el acoso psicológico en el trabajo, de las cuales un tercio tienen que ver con riesgos psicosociales y 98 relacionadas con acoso (entre mayo de 2022 y mayo de 2023). Por parte de UGT, recogen al mes ocho consultas –algunas temporadas hay más casos– de posibles hostigamientos. Al menos el 70 % de los avisos en ambos sindicatos, así como en la asociación Anamib, llegan por parte de mujeres y la gran mayoría tiene más de 40 años. «Actualmente hay hostigamiento hasta en internet. No veo que esto vaya a menos en casi ninguna empresa, excepto en compañías muy punteras y modernas que tienen elaborado un modus operandi apropiado para los trabajadores. Pero en general, sobre todo en la Administración Pública, el acoso está fuera de control», reflexiona el presidente de honor de Anamib, Ricardo Pérez, quien dice que fue víctima de acoso en su día en una institución balear.

Los conflictos, el mobbing y el hostigamiento son los casos mayoritarios que llegan a las entidades y sindicatos. Según Pérez, que además es especialista en la materia y vinculado con Anamib desde hace 17 años, hablamos de conflicto cuando éste se suscita entre dos compañeros. En muchas ocasiones, ese conflicto puede acarrear un tipo de acoso. «El acoso –que sería el segundo escalón de violencia– es una situación de hostigamiento de una persona sobre otra en un entorno donde la víctima no puede zafarse de la situación durante un tiempo prolongado».

Si esta situación llega a «contagiar» a parte de un grupo de trabajo, es cuando se convierte en mobbing. Es lo que veníamos explicando al principio: un grupo contra un supuesto intruso. En este sentido, Pérez lo detalla así: «El grupo de personas son movilizadas por el acosador; están manipuladas. Se complica cuando la víctima denuncia a la organización y ésta no la reconoce. Aquí tendríamos un caso de acoso institucional». Por parte de Enrique Aracil, el secretario de Salud Laboral de UGT Balears, es difícil a veces determinar el tipo de acoso porque «la mayoría de víctimas tiene en sí miedo a de denunciar por si le echan a la calle o lo sepan los compañeros. En realidad, no se denuncia todo lo que pasa».

Acoso vertical

Marga Jiménez, coordinadora del gabinete de Salud Laboral de CCOO, detalla que el 80 % de los casos que le llegan son de acoso vertical, es decir de un superior a un inferior, y un 20 % es horizontal o de la misma categoría. Sin embargo, a pesar de que la mayoría de acosadores cuentan con el apoyo de un mando superior, a los que más se denuncian son a mandos intermedios». En cuanto a los conflictos, que entrarían asimismo en los protocolos de actuación contra el acoso laboral, comienzan en la mayoría de los casos por altas cargas de trabajo o cuando empiezan a realizar tareas extras que no corresponden al trabajador.

Las notificaciones por acoso o conflicto laboral llegan de sectores de baja cualificación, principalmente, desde la hostelería hasta la limpieza o construcción. Marga Jiménez justifica esto a que «son sectores donde no se cumplen los convenios de trabajo, por ello la condiciones laborales son precarias». En los departamento de los sindicatos, los técnicas valoran y asesoran y en caso de iniciarse un procedimiento de acoso u hostigamiento se media a través del Instituto Balear de Seguridad y Salud Laboral (IBASSAL).

No se puede hablar de acoso en el ámbito laboral sin destacar las consecuencias para la salud mental de las víctimas. A la hora de acudir a sindicatos o asociaciones, llegan con síntomas relacionados con el estrés, la ansiedad o la depresión, entre otras patologías. En la Asociación de Ayuda por Acoso Moral en el Trabajo reciben a víctimas con una situación emocional más grave, hasta han tenido casos de personas con ideaciones suicidas. «Es muy común que una persona que tiene su salud alterada, vaya al médico sin relacionarlo con el acoso laboral que viven. Lo que hemos detectado es que los médicos lo tratan como un simple problema laboral (no de acoso) y es una barbaridad porque claramente estas personas soportan una sintomatología a consecuencia de una violencia psicológica», lamenta Ricardo Pérez.

En este sentido, desde la Asociación ven muy mal el sistema de prevención y protección que tienen las instituciones de Balears. Ven, además, como un «disparate» que den «bajas ta cortas. Lo primero que debería hacer el sistema de protección es desvincular a la persona con una patología del ambiente de trabajo. Una vez eso, el siguiente paso sería abrir un protocolo de actuación protegiendo a la víctima», detalla Pérez, quien asegura que hay inspectores en Prevención de Riesgos Laborales «que no están formados en materia psicosocial y esto hace que no puedan tratar bien la problemática».