La líder del PP extremeño, María Guardiola. | Efe - Jero Morales

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Balears y Extremadura, geográficamente opuestas sobre el mapa, constituyen también ejemplos antagónicos de la estrategia que ha llevado a cabo el PP en sus alianzas con Vox para borrar a la izquierda del mando institucional, tras los resultados de las elecciones autonómicas y municipales del 28M. Ambas comunidades han centrado la atención mediática en las últimas horas, y la información política a escala nacional se ha basado en lo acontecido en las coincidentes sesiones constitutivas de los respectivos parlamentos regionales; de la voladura de puentes en unos lares a un nombramiento muy polémico.

Este pasado martes el diputado de Vox Gabriel Le Senne resultó elegido presidente del Parlament balear con los votos de su formación y los del PP. Los de Marga Prohens, que obtuvieron más diputados que toda la izquierda junta, apoyaron con un ‘sí’ y otorgaron la condición de segunda autoridad de las Islas a una persona que buena parte de la prensa nacional ha catalogado como negacionista y xenófobo, aunque él se define como «liberal y libertario».

Le Senne niega ser de extrema derecha, y no pocas voces públicas han señalado que alguien con sus posicionamientos está inhabilitado para ejercer de árbitro de la actividad parlamentaria los próximos cuatro años en el archipiélago. No obstante, todos los votos del PP auparon al nuevo presidente del Parlament, inmerso aun en la negociación con los representantes de Santiago Abascal en las Islas, que siguen manteniendo la intención de estar presentes en el próximo ejecutivo.

Entre tanto la virtual nueva presidenta del Govern, Marga Prohens, se mantiene en sus trece de querer gobernar en solitario, algo para lo cual necesita la abstención de Vox en un pleno de investidura que probablemente se fije para el próximo 27 de junio. De momento los de Abascal ya se han apuntado un tanto en las Islas al asumir la presidencia de la cámara balear, y a cambio de no romper la baraja de la negociación ostentan el mayor rango de representatividad que jamás han alcanzado en nuestra comunidad. El portavoz del PP, Sebastià Sagreras, defendió que solo hay un partido dispuesto a dar un paso que permita la investidura de Prohens; y ese justamente es Vox.

Una senda diametralmente opuesta es la que ha optado por seguir la líder popular en Extremadura. «Niegan la violencia machista». «No regalo consejerías. Si hay que ir a nuevas elecciones, se va», aseguró una vehemente María Guardiola, quien afirmó que con Vox habían volado todos los puentes, puesto que no se puede gobernar con ellos pero sí cederles la presidencia parlamentaria. Los analistas destacan que su oferta fue en esencia la misma que trasladó Marga Prohens a los emisarios baleares de Vox: la silla que maneja el parlamento. Lo que cambió de un caso al otro fue que el partido ultraconservador en Extremadura no pasó por el aro que le plantó enfrente el PP, y no asumió el lugar reservado para ellos en la Mesa en vistas a un posible provecho mayor.

Otra divergencia entre un caso y otro se resume en el hecho que Guardiola ha asegurado públicamente que no gobernará con Vox. Prohens pretende gobernar sola, así se ha dicho y reafirmado, pero a diferencia de su homóloga extremeña la de Campos no ha dado la cara y ha rechazado de forma nítida ante los votantes un pacto de gobierno fraguado con el partido que niega la violencia de género. Prueba de ello es que las negociaciones siguen entre ambos.

Así pues, qué diferencia a Baleares de Extremadura, y al mismo tiempo a estos dos territorios de Valencia, donde la alianza entre PP y Vox se consensuó en un tiempo récord, aun a riesgo de conceder la vicepresidencia de la Generalitat valenciana a un antiguo torero. Aparentemente mandan las prisas de cada uno por asegurar su hegemonía territorial. La estrategia de Guardiola da aire a la dirección nacional de Génova, inmerso en el más difícil todavía: aglutinar el voto útil del centroderecha y tomar prestados cientos de miles de votos de antiguos socialistas para desbancar a Pedro Sánchez el 23J, mientras en las instituciones territoriales Vox gana en presencia y su discurso abarca mayores dimensiones.