Imagen de archivo del hospital de Formentera.

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Es sanitaria en Formentera, aunque prefiere no dar su nombre porque sabe que ha hecho algo ilegal: dormir en una tienda de campaña en un terreno anexo al hospital durante todo un mes de agosto y durante 19 días de septiembre. Lo hizo con el permiso de un trabajador de la zona «y escondida porque sabía que no lo podía hacer», según relata.

Ella no acampó por gusto ni para disfrutar de la naturaleza. Tan sólo lo hizo porque se quedó sin vivienda en plena temporada turística y ante la imposibilidad de encontrar un alojamiento a un precio razonable.

Su «tragicomedia» –como ella misma asegura– comenzó hace algunos años, cuando, después de trabajar durante un tiempo en Can Misses de Eivissa, se trasladó a Formentera para incorporarse a la plantilla del hospital. Al mismo tiempo, se iniciaron también un sinfín de complicaciones a la hora de poder alquilar una vivienda. Tras varios cambios de residencia, deberá ahora abandonar su residencia actual el próximo 30 de septiembre puesto que la propietaria así se lo ha reclamado.

Inaccesibles

«En Formentera no se encuentra vivienda, ni en verano ni en invierno. Sí, pueden ir saliendo cosas, pero son inaccesibles para una persona con una nómina de 1.700 euros. Además, la vida aquí es carísima», lamenta. Esta sanitaria dice que sólo cuenta su experiencia para que se conozca el problema real de la falta de vivienda en la isla. «La educación y la sanidad son los pilares de una sociedad y los profesores están en la misma situación. En Formentera, en el ámbito sanitario no hay gente que venga a trabajar y se necesita personal», relata.

De hecho, lamenta cómo en pocos años ha visto desfilar por el hospital a multitud de sanitarios que se marchan en cuanto tienen ocasión. «Yo ahora llego a final de mes porque como el menú del hospital, que me cuesta 5,50 euros», reconoce. La suerte ha querido que, en el último momento, una conocida le haya ofrecido un pequeño estudio que deberá abandonar el próximo verano. Aunque le quedan pocos años para la jubilación, no sabe si podrá completar todo este periodo en Formentera debido a las dificultades que la isla presenta para cualquier trabajador desplazado.

Tal como sucede en Eivissa, alquileres superiores a los 2.000 euros o el pago de varios meses por adelantado, además de pedirle 50 euros diarios por dormir en un colchón colocado en un balcón, son algunas de las propuestas que esta mujer ha tenido que escuchar en estos últimos meses.

«Lo que pasa en la isla es mucho peor que en Eivissa. Hay compañeros que están pasando auténticas fatigas», insiste. Esta profesional cree que las instituciones deberían dar facilidades para construir más viviendas en la isla o que se acondicionaran espacios para trabajadores que deban desplazarse a Formentera por motivos laborales.