El primer aviso de una ruptura seria. Gabriel Le Senne y Patricia de las Heras escudan a Ignacio Garriga, secretario general de la formación, en la visita que realizó hace unos días al Parlament balear y en la que ni siquiera se reunió con los representantes del grupo parlamentario. | Jaume Morey

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Balears vive un complicado efecto mariposa cuyo aleteo comenzó hace unos años con la enemistad de dos concejales de Vox en el Ajuntament de Palma y cuyo movimiento ha provocado una grave crisis institucional que amenaza con dejar fuera del Parlament a su president y con consecuencias, por ahora indefinidas, en la gobernabilidad de las las Islas. El desencuentro inicial lo protagonizan Fulgencio Coll y Montse Amat, pero la enemistad salta de Amat a Jorge Campos, que entonces era su pareja, y de ahí a Sergio Rodríguez, amigo íntimo de ambos y fundador, con Campos, de Actua, el embrión de Vox en Balears.

Esa pelea personal de Campos y Coll se trasladó a lo político. El exlíder de la formación en las Islas se atrevió a cuestionar a Coll, se enfrentó a él y perdió. Subestimó el poder de un general que descuelga el teléfono y logra que responda la ministra de Defensa, Margarita Robles, por citar un ejemplo.

Ahí está la primera consecuencia de ese aleteo que ha terminado siendo un cap de fibló. El grave desencuentro obliga a la dirección de Madrid a intervenir a instancias de Coll y adopta la decisión salomónica de despojar a Jorge Campos de todo su poder orgánico en la formación a cambio de dejar que sea el candidato a las elecciones autonómicas de mayo.

Madrid pone al frente del partido a Patricia de las Heras, una mujer de Coll, que decide mantener, temporalmente, al equipo que había estado con Campos: Idoia Ribas como vicepresidenta y Sergio Rodríguez como secretario general. El acuerdo supone crear dos compartimentos estanco en Vox Balears, sellados el uno para el otro, con una dirección regional dirigida por De las Heras pero controlada por quienes hasta entonces habían estado con Campos, y con un dirección municipal donde Fulgencio Coll tiene mando absoluto. El acuerdo incluye, además, la libertad para que cada uno de ellos haga a su gusto las listas electorales, un factor clave para entender lo que se ha visto estos últimos días.

Ribas dura poco en la dirección bajo las órdenes de Patricia de las Heras, pero permaneció durante unos meses. Rodríguez estuvo hasta hace poco. Esa decisión de continuar en el equipo de De Las Heras no gustó nada a Jorge Campos, que pensaba que ‘los suyos’ abandonarían la cúpula como muestra de apoyo tras haber sido purgado. Aquí llega otro factor humano de desengaños personales que deja a Vox dividido política y humanamente en tres: Fulgencio Coll y con él la dirección del partido, el grupo de diputados en el Parlament y Jorge Campos.

Llegan las elecciones y Vox logra un extraordinario resultado que, curiosamente, no le sirve para estar en el Govern. Vox queda fuera y las razones están en que la dirección nacional no se fía de esos diputados que en su día estuvieron con Campos y que están en listas porque lo decidieron ellos. No quiere darles más poder ante la posibilidad de algún movimiento. Para entonces, Bambú ya tiene información critica sobre Campos y acepta apartarlo de Balears para que sea candidato a Madrid en las elecciones generales.

El acuerdo con el PP lo llevó la dirección nacional. Envió a una emisaria, que fue quien decidía qué se aceptaba y qué no, y los diputados comenzaron a verse desplazados en la toma de decisiones y a cuestionar el poder de Madrid y el intento de De las Heras de impedir cualquier contacto con las bases o con los coordinadores del partido. El comunicado, a instancias de Madrid y en contra del grupo, en el que De las Heras criticaba la política lingüística de Prohens fue el aleteo definitivo para que el lunes estallaras la crisis.