Un hombre mayor, descansa a solas, en la calle, durante la época de pandemia. | Jaume Morey

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Unas 50.000 personas padecen algún tipo de trastorno mental en las Islas, tal y como ha desvelado en alguna ocasión la consellera de Salut, Manuela García. De hecho, el año pasado cerca de 213.000, más del 17 % de la población balear, se estaba medicando por esta causa. La cifra no para de crecer y supone un 30 % más que los 163.889 de 2019, un año de la prepandemia.

Se ha dicho también que las primeras visitas con profesionales de la salud mental se han incrementado un 16% y que la mitad de las consultas de Atención Primaria están relacionadas con este tipo de problemas. Eso sin tener en cuenta las consultas por causas derivadas.

La salud de la población empeora. La gente sufre cada vez más cuadros depresivos, de estrés o ansiedad. La pandemia, las restricciones, la soledad, los duelos por fallecimiento... Se contemplaron como los principales factores durante los primeros años de COVID, aunque ahora ya se piensa que la pandemia ha sido el amplificador de un problema que ya había cogido cuerpo. Sin embargo, «de 2019 al 2021 hubo un incremento importante de recetas pero después la subida se ralentiza», especifica la directora general de Salut Mental, Alicia González.

De las 212.955 personas que consumieron psicofármacos el año pasado, el 67 % fueron mujeres (un punto menos que el año anterior) y el 33 % fueron hombres, quienes ganaron esta diferencia.

Aseguran los expertos que por un lado, ellas son más dadas a pedir ayuda ante un problema de salud mental, pero por el otro también lamentan que los profesionales receten psicofármacos con mayor facilidad cuando se trata de una mujer la que pide ayuda. Por su parte, «los hombres expresan de forma diferente su malestar, suelen tardar más y abusan de tóxicos», añade González.

Tras los motivos, «se esconden factores socioambientales importantes como el tema económico, la precariedad laboral o la forma de vida donde el malestar emocional se tolera mal y hay cierta premura en ponerse bien, es como una autoexigencia», señala la especialista.

Por otro lado, en un sistema sanitario tensionado, con largas listas de espera y falta de profesionales, a veces se resuelven consultas con una prescripción que podrían arreglarse o acompañarse de terapias. Además, «es importante tener una buena prevención y hábitos saludables relacionales y emocionales», añade González. No sólo eso, los pacientes «deben estar concienciados». Con estos tratamientos hay recaídas y pronósticos que empeoran porque muchas veces no se hacen de la forma adecuada. Es importante estar concienciados, que se teme bien como con los antibióticos.

El apunte

La punta del iceberg de unas cifras que se desconocen

Más allá de las recetas oficiales firmadas por los profesionales de la sanidad pública hay que contemplar todo un colectivo de la población que se medica por la vía extraoficial o que acude a profesionales de la sanidad privada. Pese a que Baleares está dentro de la media nacional de la receta de psicofármacos, España está a la cabeza de Europa en este consumo.