Vista aérea de Palma | Antoni Catanay

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«Esto es la selva». Este es el resumen del mercado inmobiliario que hacen I. y M., propietarios de un piso que pusieron en alquiler en Idealista hace tres semanas: una vivienda de tres habitaciones en la zona de Avingudes por 1.200 euros. En 24 horas recibieron más de 300 llamadas. Se sintieron tan desbordados que tuvieron que eliminar el anuncio al día siguiente.

«Miramos en Idealista y en todo el municipio solo había siete viviendas a este precio con este número de habitaciones. Mucha gente y también agencias nos ofrecían subir el precio a 1.400 euros pero nosotros solo queremos cubrir la letra de la hipoteca. Y ya nos parece caro...», advirtieron los propietarios de este piso.

La demanda desesperada por una vivienda de alquiler en la capital balear se cristaliza en el informe que acaba de publicar Fundación Alquiler Seguro, donde sitúa a Balears como la comunidad con mayor presión por obtener una vivienda de alquiler. Por cada piso de las Islas hay 142 personas interesadas, muy lejos de Madrid, con 63 contactos o Segovia, en la parte baja de la tabla, con solo 18 contactos. La tensión se ha multiplicado, porque en 2019 había 62 demandantes por cada vivienda insular.

«Existe una tendencia generalizada que se explica sobre todo por la dramática reducción en la oferta de inmuebles disponibles, producida por la incertidumbre a la que hacen frente los propietarios», señala el informe. El hecho de que Balears esté a las puertas del inicio de la temporada alta empeora la situación.

I. y M., propietarios del piso que ha salido al mercado del alquiler, confirman que las cifras de Alquiler Seguro se quedan cortas: «Nos han llamado cerca de una veintena de personas que se identificaron como intermediarios. Empresas de Albacete, Orense o Alicante que nos informaban de que gestionaban alquileres de habitaciones y nos prometían el alquiler de dos años por adelantado. Nos daban 30.000 euros de golpe».

La angustia se palpa en los mensajes de los interesados. «Hay muchos profesionales del mundo de la hostelería, la construcción, la sanidad o mujeres de la limpieza, así como muchas familias con niños. También inmobiliarias y ‘realquiladores’ que nos decían que en su cartera había pisos y barcos que ofertaban en Airbnb». Extranjeros que trabajan en el arreglo de barcos «nos contactaron en muchas ocasiones. Con sus sueldos de fuera compiten con la gente de aquí. Y así es imposible».

Incluso el fontanero que se encargó de la renovación de los baños se mostró sorprendido por el precio. «Nos dijo que él jamás había cotizado y que había comprado siete pisos con el dinero que ganaba en negro. Los alquilaba a través de un intermediario que se embolsaba cada mes 300 euros», señalaron I. y M.. La Fundación Alquiler Seguro y la Universidad Rey Juan Carlos I han creado el primer Observatorio del Alquiler en España y acaba de publicar sus primeros resultados.