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Superado el primer bache del camino, el Menorca Bàsquet ya cuenta, clasificación en mano, con el mejor arranque de su historia en la ACB. Cuatro victorias y seis derrotas no sirven para alejarse demasiado de los puestos del descenso por culpa de la poca aportación en ataque (hasta cinco equipos están empatados con 4-6), pero sí que sirve para contener a rivales directos que, a contra pronóstico, se impusieron en la pasada jornada como Estudiantes ante el Barça o el Manresa ante el Granada.

Pero si una cosa le ha quedado clara al aficionado es que el conjunto de Paco Olmos tiene claro el guión que se debe dar en cada partido para tener opciones de llevarse el triunfo. Defensa con el cuchillo entre los dientes, tanteador bajo y jugar como si cada posesión fuera un partido distinto. Esta agresividad está cubriendo la falta de calidad, sobre todo en el tiro exterior, y ha calmado las aguas tras la primera mala racha de tres derrotas consecutivas. No hay jugones, pero el camino trazado hasta el momento, si se mantiene, tiene como destino la permanencia en la ACB.

El Pavelló Menorca volvió a ser una simbiosis perfecta el domingo. La afición supo cuando frenar las embestidas del CAI Zaragoza a golpe de pito y cuando presionar a los árbitros para compensar el criterio a la hora de señalar falta, como en el último cuarto.

Los jugadores, espoleados en todo momento por su público, jugaron "38 minutos muy buenos", en palabras de Donaldson. En los dos minutos restantes fueron los que dieron alas al conjunto de José Luis Abós, que fueron capaces de recortar un parcial que por momentos flirteaba con los 15 puntos.

La reacción total del grupo de Paco Olmos quedo reflejada en que los diez hombres aportaron cosas positivas. Incluso Joan Faner, que estuvo en pista cinco segundos con el objetivo de cumplir una misión clara de Olmos: Hacer falta y que se agotara la posesión maña sin que anotaran. Incluso Limonad, que todavía no ha explotado, rindió a un gran nivel, primero de base, escoltado por Ciorciari, y luego posponiendo su careo desde el perímetro, donde no andaba fino, para ajusticiar al Zaragoza con penetraciones a canasta.

Esos pequeños cambios del técnico valenciano, capaz de reciclar una y otra vez a sus jugadores en varias posiciones para compensar la falta de algún referente en determinadas zonas, aparcó por un rato el fantasma de un fichaje que sobrevoló el parquet de Bintaufa durante la pasada semana.

Estilo Olmos, clave

Paco Olmos ha imprimido al Menorca Bàsquet, desde su llegada, un carácter y un estilo que se adapta a la perfección con la realidad que envuelve al club que preside Benito Reynés. Olvidados los excesos de un pretérito no tan lejano, el Menorca ha adoptado un perfil con el que, de momento, está dando la cara. En verano Olmos y Oriol Humet, director general del club, diseñaron una plantilla sin excesos.

Apostaron por mantener la columna con la que se regresó a la ACB –Victor, Ciorciari, Otegi, Sánchez y Torres– y se apostó por la ambición de algunos jugadores que, o bien no habían jugado nunca en la élite –Rafa Huertas, Miki Servera, Raviv Limonad o Jakim Donaldson– o que buscaban un proyecto en el que sentirse importante –Ivan Radenovic–. Este ramillete de nombres quizá no hubiera logrado lo que lleva hasta el momento sin la labor más allá de deportiva de Paco Olmos.

El perfil humilde del Menorca en una liga cargada de halcones obligó al valenciano a concienciar al equipo de que cada partido es una final y que el último resultado, victoria o derrota, no va más allá del martes al regresar al trabajo, que para sobrevivir debe imponerse una defensa brutal, que ese carácter conlleva que el rival no lleve el tanteo a cifras elevadas y que se deben atacar directamente y sin miramientos a los puntos débiles del contrincante, desgastándose para frenar sus virtudes.

Con este guión, el Menorca ya ha sumado tres victorias en casa, una en Alicante y se tuteó con el Unicaja y, en cierta medida, con el Caja Laboral en Vitoria. ¿La visita a Barcelona? Un accidente sin más. Demasiado Barça. Este domingo el equipo visita la cancha del Power Electronics Valencia, cancha donde Paco Olmos saboreó la gloria ganando la Copa ULEB, y donde empezó a andar como entrenador. Será una visita especial para el valenciano, seguro, aunque nada más ganar al CAI, en rueda de prensa, dijo "vamos a intentar dar un paso más en Valencia, no estuvimos ante el Barça, competimos ante el Caja Laboral y vamos a ver cómo nos comportamos ante el Valencia".

Lo dicho, el guión no contempla sentimentalismos.