El Menorca venció en un duelo en el que se mostró apático y falto de ideas - Javier

TW
0

Si el partido de ayer se hubiera jugado con el marcador a ciegas, más de uno hubiera pensado que el Menorca Bàsquet pasó gran parte del duelo perdiendo y remando a contracorriente. El equipo de Josep Maria Berrocal ganó sin alegría, sin frescura y a trompicones, teniéndose que reponer de la baja a última hora del pívot Oliver Arteaga y yendo de más a menos. Buena primera parte local, a la que le sobraron los últimos 20 minutos, así como un intercambio de tiempos muertos entre Berrocal y Natxo Lezkano con el partido ya decidido y a falta de siete segundos. El Menorca labró una diferencia de diez puntos en el primer acto y, en realidad, nunca peligró ya que una sola vez el Palencia se puso a menos de cuatro puntos. Pero las sensaciones no son las ideales de cara al play off. Aunque tras el 83-74, la segunda plaza está todavía más cerca.

El Menorca Bàsquet echó el candado en los primeros instantes, obligando al Palencia a encomendarse a ataques largos. Coppenrath se encargó de generar, cinco puntos, dos rebotes y un tapón, antes de marcharse al banco por la segunda falta personal. Reaccionaron los visitantes, que igualaron el 5-0 de salida. Morentín dio un aire nuevo a los locales y un tapón terrorífico de Urko Otegui a Guerra calmaba a los visitantes, que perdían a McDermott, con dos faltas provocadas por el capitán menorquín.

Un triple de Jorge Jiménez, que tomó el relevo a Dani Pérez a tres minutos para el fin del primer acto, y un mate a una mano tras robo de Blanch subió el +10 en el luminoso (18-8 a 2'00'') y obligó a Natxo Lezcano a parar el partido. Una renta que de ahí hasta el final pareció infranqueable.

No surtió. Los visitantes se quedaron sin ideas y varias pérdidas en ataque de Mena sirvieron para que el Menorca ampliara la distancia, al final de los diez primeros minutos, a 22-10.

Berrocal apostó por la segunda unidad en el juego exterior, con Jiménez, Blanch y Bas, aunque salieron más enchufados los visitantes con un parcial de 2-8, cinco puntos de Oleary y un triple de Carles Bravo, que supieron recomponerse tras la torcedura de tobillo de Xavier a los pocos segundos de la reanudación que le mandó directo al banquillo. Berrocal optó por parar la mala dinámica. No estaba a gusto el equipo menorquín aunque Morentín se imponía en el poste bajo a Leichtweis. Bravo, con otro acierto desde 6'75, redujo la distancia (26-23) y Berrocal devolvía a pista a Pérez y a Navarro.

Recuperó la buena sintonía la SAD, que seguía siendo muy superior debajo de los dos aros. Un triple de Bas, a 2'47'', devolvía la renta favorable de dos dígitos al electrónico (37-26) y el Pavelló rugía como en sus mejores versiones.

Un rebote demasiado disputado significó la tercera falta para Otegui, que dejó su lugar a Matalí. Cumplió el catalán y el Menorca, por mediación de Pérez, dio otro importante zarpazo con un triple sobre la bocina al descanso (46-33).

De vuelta a la cancha, el Menorca parecía que se había quedado en el vestuario. Tres ataques sin criterio dieron alas al Palencia (46-37). Pérez no encontraba el camino, Moss frenaba a Coppenrath en la pintura y resolvía el invitado inesperado, Bravo, de tres (51-39).

Un 0-5 enfriaba los ánimos del Pavelló y Berrocal le devolvía a Jiménez a pista. Ni por esas. Una técnica de Moss dio un soplo de aire fresco, pero Bravo, con su cuarto triple de la noche, estrechaba el luminoso (58-50). El visitante se mostraba especialmente inspirado desde el exterior y el Menorca no sabía cómo frenarlo.

El epílogo empezó como el cuarto anterior. Al Menorca le faltaba frescura e ideas en ataque y lo aprovechaba el Palencia para arañar puntos. Blanch, desde lejos, apaciguaba el conato de reacción palentina (67-55) pero los visitantes se resistían a tirar el partido, que habían roto la cómoda ventaja de +10 del Menorca. Un triple de Bas sostenía la diferencia.

Un 5-0 en faltas favorable al Palencia desencadenó la furia de la grada. Garrido metió de nuevo a su equipo con un triple (72-64) que forzó a Berrocal a pedir tiempo. Los locales aguantaron las embestidas sin que peligrara la diferencia que seguía sobre los +10.

Puede parecer que fue fácil, pero el 83-74 final fue fruto de mucho sudor, de algunos tiempos muertos que sobraron y en el que faltó alegría y frescura.