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Alegría pero prudencia en el Menorca Bàsquet. Saldar la visita a Pamplona en los dos primeros partidos de la serie semifinal con un 0-2 es fantástico. Por la auto-confianza que da al equipo y porque se coloca en ese punto 'tenístico': este jueves, a las 21 horas en el Pavelló, tiene el primer "match-ball" y, ganando, se pone en las puertas del sueño de volver a la élite del baloncesto español. Un sueño para la SAD, un sueño para su afición... que puede ser una pesadilla para los que se quieren salir en la foto cuando todo va bien.
Pero en el aspecto deportivo Berrocal, y por extensión el resto de la plantilla, es prudente y no se sale del guión de ir "partido a partido" y de "intentar hacer las cosas lo mejor posible el mayor tiempo posible". Ése ha sido su 'mantra' durante todo la temporada y nadie se va a salir de ahí. Lo que no impide que el mundo baloncestístico se entienda que el Menorca Bàsquet, por resultado y por prestaciones en aumento, es el gran favorito a llegar a su segunda final en LEB Oro en tres temporadas e incluso a volver a la élite en una final: la batalla en el otro cuadro entre Melilla y Cáceres está igualada a uno, pero en una final, el Menorca vuelve a ser teóricamente favorito.

Otro aspecto que invita al optimismo es que el grupo por fin parece haber ampliado sus recursos desde el banquillo y endurecido su carácter: el duelo del domingo fue durísimo. Por lo visto en Pamplona, el equipo ya no se reduce a que los de siempre tiren del carro -Arteaga fundamentalmente, más las aportaciones 'del día' de Pérez, Navarro o Matalí-, y los Morentín, Pitu Jiménez, Marc Blanch o Romà Bas parece que han dado un paso adelante. Eso, más una defensa más dura, invitan a pensar en un 3-0 ante el Iruña.