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Nunca una medalla de plata supo tan bien como esta. El Menorca Bàsquet se ganó ayer deportivamente el derecho a jugar en la ACB la próxima campaña, a la espera de que económicamente reciba el apoyo suficiente para afrontarlo.

La SAD firmó un partido excelente (61-82), un final perfecto, un ascenso soñado. El tercero en su historia y el segundo en tres años. ACB-LEB-ACB-LEB-ACB es la rutina marcada en el cuaderno de bitácora de los últimos cuatro años, un registro insólito al que la guinda sería lograr que desde el Govern no ningunearan este hito y el mejor baloncesto de Europa regrese a la Isla.

¡Qué distinto!. No hubo pájara ni relajación este caso y el Menorca ofreció desde el primer segundo una imagen serena. Mejorable, pero sin duda preferible a la del jueves. Un primer intercambio de golpes dejó claro que el acierto iba a ser distinto aunque la batalla volvería a estar en la línea exterior.

Tras el 6-6 inicial, los hombres de Josep Maria Berrocal tomaron la iniciativa liderados por Urko. El Melilla buscó la alternativa con lanzamientos exteriores para frenar el ímpetu de la SAD. Arco, no tan acertado como en el tercer duelo, y Manzano recortaron la ventaja blanquiazul. Otegi y Arteaga agotaron el ataque local aunque no pudieron evitar el empate a 17 que cerró el primer cuarto.

En el segundo los dos técnicos movieron sus piezas en busca de la mejora. Salió perjudicado el Melilla con el cambio de base, Marco por Riera, aunque paradójicamente fue el que mejor empezó ya que Suka, desde el lateral clavó gran un triple. El Menorca maquilló considerablemente sus registros en el interior con Coppenrath superando a Odiakosa y Wachsmann, en ataque, en defensa y en todo lo demás. Precisamente un 2+1 del americano propició un primer tiempo muerto de Gonzalo García de Vitoria (20-24).

Al Melilla pareció que se le cerraba el aro y el Menorca no concebía ningún regalo e imprimía un parcial de 3-15. Los norteafricanos, atascados en el 20, asistieron a un recital desde 6,75 de Andreu Matalí, Dani Pérez y Marc Blanch que significó la máxima ventaja para los menorquines, un +13 (22-35).

La superioridad relajó a los insulares, abusando desde el triple, y dio aire a los norteafricanos que tuvieron en Suka lo que no encontraron en un desaparecido Arco. El escolta, que ejerció por momentos de base, sumó diez puntos para recortar la diferencia y dejar al descanso un ilusionante 29-39.

El Menorca no solo había encontrado la tecla adecuada para ganar con sus hombres referencia sino que a nivel colectivo había dado un paso al frente. Las transiciones brillaron y surtieron efecto para ignorar la defensa en zona planteada por el Melilla. No solo se mantuvo el colchón de ventaja sino que se incrementó considerablemente. La superioridad en pintura, con Arteaga y Urko imparables, estiró el electrónico hasta el 37-52 a 4'42'' que obligó a De Vitoria a pedir tiempo.

El técnico local dio unas directrices que Bas borró de un plumazo con un triple que significó la máxima ventaja hasta el momento (+18, 37-55). Se mantuvo la tónica y el colchón llegó hasta el +20 (39-59). No solo el marcador era favorable sino la sensación de frenar en todos los sentidos al Melilla. Y a diez minutos de la ACB el guarismo era lapidario, 45-64.

El epitafio del Menorca en LEB lo empezó a escribir Odiakosa con un mate. El Melilla aprovechó algunas concesiones más pero para los de Berrocal el de ayer parecía el último partido de sus vidas. Matalí, Bas, Bravo, Morentín... Incluso Pardina, todos participaron de una fiesta a la que le falta el colofón final, que desde Consulat de Mar no dejen escapar el merecido ascenso (61-82).