Matazo. Llull, que anotó ocho puntos, machaca el aro sin piedad - Reuters

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La selección española sumó su cuarta victoria, segunda consecutiva en menos de 24 horas, ante Macedonia que, en esta ocasión, mostró todas las carencias de un equipo con baluartes que, cuando no están afortunados, no encuentran sustitutos de mínimas garantías, por lo que tan solo aguantó el primer cuarto.

De ahí la cómoda victoria (77-55), pese a que tampoco el equipo de Orenga -que no contó con el lesionado Rudy Fernández- hizo demasiados alardes, si acaso las ganas mostradas por algunos de los menos habituales y llamados a tener un papel secundario como Germán Gabriel o Pablo Aguilar.

Todo el acierto español mostrado en el inicio un día antes en tierras gallegas, se tornó en errores en lanzamientos y pérdidas de balón que permitieron a los balcánicos llevar el ritmo del partido y del marcador, bajo la mano maestra del estadounidense nacionalizado Bob McCaleb.

Ricky Rubio no le perdía la cara anotadora a su rival, hasta que Marc Gasol empezó a mostrar su poderío, para llegar mandando al final del primer acto (22-19), pero sin que Macedonia cediera en el choque, fiel a su estilo de agarrarse al límite, pero abusando de la versatilidad de sus jugadores en los lanzamientos exteriores.

El descanso de McCaleb y el desacierto de Ilievski, poco acertado en la selección de lanzamientos, permitió a España dar un estirón hasta superar la decena de ventaja al descanso (38-27), tras incurrir su rival en varias pérdidas de balón consecutivas que dejaron su parcial anotador en el cuarto en tan sólo 8 puntos.

El cansancio empezó a hacer más mella en un rival muy justo de calidad en sus rotaciones fundamentales, lo que aprovechó el combinado español para, sin grandes alardes, pero con mayor fiabilidad en sus acciones, dar un acelerón tras dos triples consecutivos de Sergio Rodríguez y el recién entrado en pista Germán Gabriel (53-38, minuto 26).

El base canario puso "mojo picón" al partido, con una marcha más de velocidad al ritmo, hasta entonces un tanto cansino, y eso acabó por descolocar a un rival, en el que Antic se empeñaba una y otra vez en intentar demostrar en lugar de su habitual habilidad para manejarse cerca del aro, un desatino exterior.

Con todo decidido, sólo quedó tiempo para buscar el espectáculo en alguna acción aislada, ya que unos y otros dieron por buena una diferencia que fue la máxima de todo el partido, 77-55.