Agustí Sans bota el balón durante el partido ante el Barça del pasado domingo, en el que advirtió su bautismo en la ACB - J.L. García Surrallés

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El último en llegar. Y en función de sus prestaciones, para quedarse y prolongarse, para suscribir su particular capítulo de gestas en la competición. Agustí Sans Valls (Maó, 1995) se convirtió el pasado domingo 20 de octubre en el sexto menorquín de la historia en cruzar el umbral de la elite por medio de la vía ACB. Atrás quedan los estrenos de Tisi Reynés, ocurrido hace ahora un decenio, o los más recientes de Orfila, Llull, Faner y Suárez, de dispar impacto y sucedidos en el lustro que comprendió desde 2006 hasta 2011 -ramillete del que tan solo en Llull, y sobretodo dada su ulterior evolución, se encuentra cierto reflejo.

Más alejadas si cabe quedan en la memoria temporal las apariciones de Luis Buñuel con el Sant Josep o Félix de Pablo en el Hospitalet, isleños llegados a la máxima categoría en etapas preACB, cuando entonces el escenario nacional no abarcaba el profesionalismo que desprende en la actualidad. Este referido último par de excelentes jugadores llegaron a compartir rivalidad en su etapa en La Salle (en que no coincidieron) con Antoni Sans, leyenda alcazareña, padre de Agustí y exjugador de formación en la cantera del Barça, míticos duelos de los que fue también partícipe Paco Llull, posterior presidente del finado Menorca Bàsquet y progenitor del ahora base del Madrid Sergio. Igualmente se contó en esas citas alguna aparición de un imberbe Tisi... De Buñuel a Sans hijo en algo más de cuatro decenios, del Sant Josep badalonés al Joventut agotando ingentes dosis de talento. El círculo de presencias menorquinas en la cumbre del basket español se amplía pese a la notoria crisis que padecen los clubes insulares, alejados todos de las ligas de ámbito estatal (algo insólito entre 1985 y 2012).

Y reducido el protagonismo del basket menorquín a un exclusivo ámbito de individuos, se produce el sobresaliente debut de Sans. Intuido para esta campaña pero no esperado en la fecha 2 de Regular ACB. Y ante el Barça en Badalona, con un Olímpic entregado, en partido equilibrado, con minutos de calidad... su respuesta; 7 puntos, 2 asistencias, 1 robo -de esos que pueden cambiar el signo de una carrera por la autoconfianza que le propició- y 5 créditos de valoración en 13' en cancha. Sin obviar la tranquilidad que irradió en el juego, un intagible de insobornable valía. Rompiendo arquetipos.

Un principio descollante pero no sorprendente. No en función de los antecedentes -al margen de los familiares- de Sans, MVP de la Mini Copa en 2009, año que bifurcó entre la Penya y Alcázar para convertirse también en campeón balear junior aún en edad infantil -cuatro años de distancia entre su categoría real-, de permanente presencia e importancia en todas las selecciones españolas de formación desde los 13 años. Cumplidos los 18 y alcanzado el debut en uno de los estadios competitivos más exigentes de Europa, es mucho lo que Sans deja tras de sí, pero un trecho ínfimo en relación a lo que debe sobrevenirle.

Encapsulado desde sus albores de jugador como uno de los top prospect por excelencia del baloncesto continental, Sans no alterará de momento el plan diseñado por los técnicos de la Penya. Proseguirá alternando Prat de LEB 2 con el Joventut ACB, contemplado como un recurso válido en caso de ausencia por lesión (en esa coyuntura ha llegado su debut dada la baja del canadiense Cochran) si bien se espera una participación creciente a medida que la temporada avance. Buñuel y De Pablo abrieron una puerta. Tisi la cruzó siendo un treintañero. Orfila y Faner lo hicieron de modo testimonial. Llull recorrió lo inimaginable, pulverizó pronósticos, y Suárez batalla por hacerse un hueco. Sans, el último en llegar. Y para quedarse. A partir de ahora él redactará la historia.