El base del Real Madrid Sergio LLull, alma de ganador | Juan Carlos Hidalgo

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El Real Madrid afronta hoy (20.00 horas) su partido más importante de las dos últimas décadas, la tercera final consecutiva de la Euroliga que está decidido a levantar de una vez por todas apoyado por el público del Barclaycard Center y saldando una dolorosa cuenta pendiente con el Olympiacos, rival que sigue contando con el jugador más determinante de Europa, Vassilis Spanoulis.

«El Olympiacos tiene mucho talento y luego está el de siempre», dijo Pablo Laso nada más batir al Fenerbahce y retornar a la final en la máxima competición continental, sin atreverse a pronunciar el nombre de ese veterano base que produce sudores fríos en entrenadores alrededor de todo el continente.

Pese a que no quiere «saber nada de revanchas», es imposible que al técnico vitoriano y sus pupilos no les siga supurando aquella herida abierta hace dos años en Londres, donde el Real Madrid inició como un tiro el asalto a la 'Novena', llegando a dominar por 17 puntos, hasta que Spanoulis, secundado por Acie Law, lideró una remontada espectacular (100-88).

Camino de los 33 años, al heleno parece no afectarle el paso del tiempo. Por el contrario, parece ayudarle a apuntalar su proverbial aplomo, como volvió a demostrar en la semifinal de este viernes ante el CSKA Moscú, logrando su séptima victoria en siete partidos que ha disputado de 'Final Four'.

Después de fallar sus primeros 11 tiros a canasta, no dudo en volver a tomar la responsabilidad con 11 puntos en los últimos tres minutos y medio, enjugando una desventaja de nueve puntos y metiendo al Olympiacos en su tercera final de Euroliga en cuatro años.

«Si ponemos cinco defensores encima de Spanoulis anota cualquiera de los otros», subraya Laso al borde de la perogrullada, consciente de que, para que la estrella remate la faena con su clase habitual, un grupo de escuderos debe mantener al equipo vivo en el partido.

Printezis, verdugo del Barça en cuartos de final y varios mundos por delante de aquella versión que mostró en el Unicaja, pone la versatilidad, al compás de Bryan Dunston, nombrado defensor del año una vez más.

Con todo, la capacidad de supervivencia, el orgullo, la competitividad, son las marcas impresas a fuego en la piel de un equipo que, como ya logró en 2012 y 2013, quiere llevarse una gloria para la que no estaba señalado a priori. «A Olympiacos le pisas la cabeza y se levanta», confirma muy gráficamente el argentino Andrés Nocioni.