El entrenador del Sant Lluís, Xavi Carreras, da instrucciones a sus jugadores durante un tiempo muerto. | Javier Coll

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El Menorca Talaiòtica Sant Lluís asume el descenso de categoría de modo inexorable, como una realidad inalterable a la que apenas restan unas semanas para consumarse. La derrota sufrida el pasado sábado ante el Salt, décimo tercera en catorce partidos, también por el modo en que se materializó (anotando apenas 35 puntos y sin exhibir una mínima impresión de competitividad), resalta como la estocada definitiva para un proyecto demacrado en todos sus flancos.

Si bien la pérdida de la plaza en Liga EBA no es matemática (restan por disputar cuatro jornadas de la primera fase e íntegra la segunda), en Ses Canaletes nadie, ni plantilla, ni técnicos, ni junta directiva, cree en la posibilidad de invertir la coyuntura. «Ahora se trata de intentar terminar bien el año, sabemos que lograr la permanencia es casi imposible», manifestó este lunes en este diario un resignado Rosendo Pons Conforto.

El presidente lluïser, que pese a su proclama dice «no tirar la toalla», argumenta en la aritmética el sentir del club. «Las derrotas de ahora contabilizan en la segunda fase; lucharemos para finalizar del mejor modo, lo único que pedimos es compromiso a los jugadores. Sabíamos que sería difícil, esto también nos servirá de experiencia en el futuro», abunda el dirigente.

En esa línea, significar que el vestuario, moralmente, anda bajo mínimos, y los reproches entre algunos de sus integrantes han brotado en las últimas horas. «Los jugadores están ofuscados, muy 'tocados'», admite Pons Conforto, lo que si cabe «dificulta más la labor del entrenador», apostilla.

Respecto al técnico del equipo, Xavi Carreras, el presidente del Sant Lluís asegura que la «confianza» en él es «máxima» y que en ningún momento «nos hemos planteado despedirle». «No consideramos que sea un problema del entrenador. Confiamos en él, en el trabajo que está haciendo, es el primero en llegar al pabellón, anima a los jugadores, y eso que él sufre como el que más, pero 'tira del carro', su dedicación es total y terminará la temporada, a no ser que él decida lo contrario», observa el mandatario.

Pons Conforto, por tanto, no valora la opción de prescindir de Carreras, tampoco a modo de revulsivo, como un último recurso que agotar –asimismo, el técnico no ha insinuado una posible renuncia. «Creímos que Lolo Sánchez y Balsa Mirotic desempeñarían ese papel, que podrían ser un revulsivo, pero no ha sido lo que esperábamos», lamenta Pons Conforto.

Si bien la 'rendición' es palpable en Ses Canaletes, más en función del discurso proveniente desde la cúpula rectora, la insistencia en buscar alguna alternativa en el mercado no cesa. «Manejamos algún nombre, pero de momento no hay nada cerrado», desvela el presidente, en tratos con otro base luego de que la 'Operación Austin' quedara desactivada por motivos burocráticos.

Afición

Y aunque el escenario es de lo más funesto, «con los jugadores hundidos anímicamente», recalca Pons Conforto, el club espera que la implicación del grupo esté al nivel de la respuesta «de la afición». «La gente de basket de Sant Lluís está ahí, nos ha apoyado siempre ¿poco público ante el Salt?, hombre, siempre nos gustaría tener el doble de gente, pero a la gente también se la engancha con victorias», justifica Pons Conforto, que quiere dejar claro que desde la directiva «hemos hecho el máximo, hemos luchado tanto como el equipo».

«Sabemos que salvarnos es casi imposible, pero queremos terminar la temporada con dignidad, es lo único que pedimos al equipo», sentencia Pons Conforto. El Sant Lluís, en pleno enero, entrega las armas.