El menorquín Pau Pons con la vestimenta del Barça

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Mientras que Bàsquet Menorca en LEB Oro y CB Es Castell en Liga EBA hacen gala del excelente estado de salud del baloncesto menorquín, el talento insular también aflora a raudales y se labra su propio camino. Y no solo en cuanto a la producción de jugadores. Los menorquines Arnau Calsapeu y David Anglada, entre otros, ocupan actualmente el cargo de ayudantes en el cuerpo técnico del FC Barcelona en la categoría cadete.

Sin embargo, también hay otro isleño que combina tanto la sección masculina como la femenina del mismo club en calidad de preparador físico, a la vez que realiza estancias veraniegas en campus que transcurren en Estados Unidos. Es el caso de Pau Pons, un veinteañero de notable recorrido en la Isla como jugador del CCE Sant Lluís, con el que dio el salto a la selección balear y disputó el Interilles en edad junior. Al cierre de este ciclo y como muchos otros chavales de su edad, Pau se marchó a estudiar a Barcelona, donde cursando INEF descubrió una nueva pasión: la preparación física.

¿Es en esta etapa cuando surge su interés por el mundo de la preparación física?

—Antes de salir de Menorca ya tenía un acuerdo cerrado con un equipo para jugar: el Tecla Sala de L’Hospitalet de Llobregat. Competíamos en Tercera Catalana, pero fue bastante raro: se juntó que era año covid y que la liga era bastante flojita. Al año siguiente me subieron al equipo de Primera Catalana y ascendimos a Copa, que está por debajo de EBA. Ese verano, entre primer y segundo curso de carrera, una compañera de clase me pasó una oferta de preparador físico. En un principio, mi idea era orientarme hacia la educación, que tal vez era lo más cómodo. No tenía ni idea de preparación física en ese momento, pero bueno, acepté porque estaba relacionado con lo que me gustaba y creía que podía ayudar. Me puse a estudiar algunos aspectos, acepté la oferta y estuve un año entero trabajando en el Secció Esportiva Santa Eulària (SESE).

Es entonces cuando llega la oportunidad de ir a Estados Unidos.

—Empecé a conocer a mucha gente relacionada con el mundillo y, entre una cosa y otra, entro en la empresa Dixon Sports gracias a la recomendación de un amigo. Todo surge a raíz de un campus de Semana Santa que organizan en Valencia, donde entrenábamos a 40 jóvenes que después iban a ir en verano a EEUU. Quedaron satisfechos con mi trabajo y me propusieron unirme a su proyecto e irme con ellos a Atlanta. Estuve allí un mes haciendo de entrenador, preparador físico… a la vez que jugábamos diferentes torneos. Entre ellos, el del campus de Scoot Henderson, base de los Portland Trail Blazers. Al final, el objetivo era que los ojeadores estadounidenses viesen a nuestros jugadores de cara a posibles fichajes para las ligas norteamericanas: High School, NCAA… Este último verano repetí la experiencia, viajando también a otras ciudades y la verdad es que fue increíble.

Imagino que este fue el verdadero punto de inflexión.

—Realmente el punto de inflexión llega cuando entro en el Barça femenino el año pasado. Ahí empecé a darme cuenta de que me gustaba mucho la preparación física, que ya me había entrado el gusanillo con Dixon Sports. De hecho, son ellos los que me recomiendan al Barça y luego, al club le gusta mi perfil porque soy un estudiante que tiene ganas de aprender. Al final, acabé combinándolo con el SESE y trabajaba 3 días en cada club. Así, hacía el máximo de horas para aprender más sin perder nada.

Ahora también está implicado en la sección masculina. ¿Nota alguna diferencia entre ambas secciones?

—La sección femenina es prácticamente como un club aparte. No entrena en la ciudad deportiva y supongo que es algo que se irá regulando con el paso del tiempo. De hecho, es el Barça CBS (Sant Feliuenc) porque entrenan en las instalaciones de este club.

En el masculino entré a finales del año pasado como alumno en prácticas extracurriculares, cuando ya dejé el CESE. Lunes y miércoles estoy con el femenino; martes, jueves y viernes, con el masculino. Aunque sea alumno de prácticas, tengo la grandísima suerte de que no se me trata como tal. Estoy con los infantiles y no soy un mero espectador. Dirijo las sesiones, me dan muchísima responsabilidad y confían mucho en mí.

En función de su recorrido, ¿se ve ejerciendo algún día como preparador en el Hestia Menorca?

—Tengo claro que quiero vivir de esto. Me interesa muchísimo el deporte de alto rendimiento y el día a día de un preparador físico de baloncesto me apasiona. He vivido de cerca toda la evolución del Hestia Menorca. Desde que el proyecto nació en Sant Lluís hasta el posterior ascenso a LEB Plata y, ahora, a LEB Oro. Tiene muy buena pinta. El año pasado tuve la oportunidad de vivir un partido con ellos desde abajo, ver cómo trabajan desde dentro… Sería una locura poder volver algún día a casa como preparador físico. Obviamente es algo que está muy lejos aún, no es mi aspiración a corto plazo, pero ojalá terminase llegando esta oportunidad. Sería muy feliz de poder estar con mi familia y vivir del baloncesto.