La Volta Menorca BTT destaca, entre otros aspectos, por la belleza de los parajes en los que se desarrolla | Javier Coll

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Un paisaje de lujo, mucho compañerismo, energía, un ritmo de pedaleo en muchos instantes superior al esperado y apenas un accidente, no grave, que registrar, es el balance que arrojó la IX edición de la Volta Menorca BTT tras cubrir dos de sus tres etapas entre viernes y ayer. La prueba, que hoy echa el cerrojo con su regreso al Ponent insular, estrenó el itinerario con la etapa nocturna de 36.11 kilómetros de trazado, con salida en Ciutadella, continuando durante la jornada de ayer sobre una senda de 60.36, la más prolongada del evento, por la zona de Maó y proximidades.

Ya fuera por el respeto que impone la oscuridad –la luna no predominó con la brillantez de fechas anteriores– o por la falta de previsión en ese sentido, alrededor de un centenar de bikers –el grupo quedó en 400–, la mayoría veteranos, optaron por no correr en la nocturna, la principal novedad de la presente edición. La misma se desarrolló con gran rapidez, precisando apenas 2 horas y 15 minutos los corredores que no realizaron cortes. Varios integrantes del grupo resaltaron la tranquilidad de la noche insular.

Tras la 'velada' del viernes, la Volta mostró su perfil más exigente con la segunda etapa de ayer (60.36 kms; la más larga, la corrieron los 500 inscritos), de trazado muy rocoso en sus primeros 30 kilómetros –hasta el avituallamiento de Mongofre–, lo que propició que numerosos bikers redujeran el ritmo, debido también al fuerte calor y a la elevada humedad, tras una primera media hora de vertiginoso pedaleo. Mongofre, Son Tema, S'Albufera des Grau y es Puntarró, los enclaves más bellos que el pelotón dejó tras de sí. En el segundo tramo, menos rocoso y por tanto, también menos costoso, destacó el Camí d'Egipte, recién recuperado por la Coordinadora del Camí de Cavalls, una preciosa vía de interior.

No en vano, muchos de los corredores provenientes de fuera de la Isla subrayaron la calidad y espectacularidad de los paisajes, llamando la atención la variedad de los mismos en un marco tan reducido como la Roqueta, lo que no deja de ser una de las grandes esencias de la prueba.