Defensa. La zaga y el meta del Mercadal fueron impotentes para frenar la avalancha del Mallorca

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José M. Marro Palma
El Mercadal visitó ayer el recinto deportivo de 'Son Bibiloni'. Dos horas después, se marchó del mismo con un compañero suyo -Jeroni- en un centro hospitalario palmesano, con Gadi cojeando y con seis goles como equipaje extra en su zurrón. Y se acabó. Nada de positivo pudo extraer el once rojiblanco de Elías Noval ya que ni dio el nivel al que últimamente venía acostumbrando a sus incondicionales ni el Mallorca B se lo permitió.

Los de Jaume Bauçà son, a día de hoy, tremendamente superiores al resto. Lo comprobó quince días antes el Atlètic y ayer lo padeció con mayor crudeza -el desnivel era todavía mayor- el voluntarioso conjunto mercadelenc que además ofreció en 'Son Bibiloni' una imagen mas bien gris.

Si tenía que haber partido, estaba claro que el Mercadal no debía conceder espacios ni tiempo para pensar a los ayer 'merengues'. Todo se vino abajo en el minuto 9, momento en el que Fullana se aprovechó de una acción de mérito del ayer activo Xisco para batir a Josep. El Mercadal se mostró falto de ideas para revertir las situación en la que ya se encontraba. Y aquí hizo sangre el filial mallorquinista. Carlos con la cabeza alojó por segunda vez el balón en el fondo de las mallas. El dominio local era absoluto y al Mercadal sólo le quedaba esperar a que llegase el descanso. Y en este intervalo de tiempo llegó la desgraciada acción que dejó fuera de combate a Jeroni Marqués. Corría el minuto 42. Xisco entra dentro del área con decisión y Jeroni sale al cruce cometiendo penalti. De forma involuntaria su pierna topó con la de su rival y se resquebrajó de forma terrorífica. Los gritos de Jeroni dejaron en silencio a los presentes en 'Son Bibiloni'. Se había roto el central rojiblanco -posible rotura de tibia y peroné- y encima pena máxima en contra del Mercadal. Daba lo mismo. Borja entró en la cancha e Ismael cerró el partido de forma virtual (3-0).

Tras el descanso, el Mercadal mejoró en algo la imagen mostrada en el primer periodo. Le puso ganas. Pero, con eso no basta para tumbar al mejor equipo de la categoría. Las ocasiones llegaban a borbotones. Cayó el cuarto, después vino el quinto, se marcó el sexto, y si hubiesen caído tres o cuatro tantos dentro del marco de Josep, no hubiera extrañado absolutamente a nadie. Y es que en este segundo tiempo, ambos equipos sólo coincidían en una cosa: que acabase ya el partido, aunque para unos era ya un mero divertimento y para los otros, toda una agonía.