Tenerife. Fue el ascenso más reciente de la actual etapa en 2ª B - Archivo

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La estadística no engaña y en este caso es para felicitarse. El Sporting Mahonés sumará su partido trecientos en la Segunda División B el próximo domingo precisamente en un duelo decisivo para seguir un año más en la categoría de bronce del fútbol español. Lo hará en "Foietes", el campo del Benidorm, un rival directo por la permanencia en la tercera liga nacional. Es un guiño del destino: un fantástico aniversario que se cumplirá en una auténtica final.

La hemeroteca muestra, en 37 años de historia, dos etapas del club en una categoría que debe ser la mínima exigible para el Sporting, más si cabe cuando está en ciernes una nueva y moderna instalación en la que impulsarse a través del fútbol formativo y que debe tener al primer equipo como espejo.

El club mahonés ascendió desde la Tercera División en la temporada 1986/87. Su periplo en la categoría superior transcurrió desde la 1987/88 hasta la 1992/93. Muchas tardes de fútbol, muchos nombres, hicieron mella en la mente de los aficionados. El más recordado y el de más éxito, sin duda, es Vicente Engonga.

Dieciséis años tardó la institución en volver a la competición futbolística más alta en la que ha jugado un club menorquín. Un 28 de junio del 2009, en el Heliodoro Rodríguez López de Tenerife, con una victoria en el minuto 92, gol de Rubén Carreras, que valía su peso en oro: el reingreso a la 2ª B de la que, en la actualidad, cumple su segunda temporada consecutiva. Lo dicho, un éxito.

Pero ahora lo que impera es tocar con los pies en el suelo y reiterar que el próximo partido, el trescientos, es decisivo. El equipo ha recuperado confianza tras una mala dinámica de derrotas con dos empates seguidos ante Badalona y Orihuela, y se enfrenta a en duelo directo con el Benidorm por eludir la plaza de play-off de descenso (a tan solo 2 puntos). El técnico Joan Esteva recuperará a David Sánchez y a Mourad, y Moyano posiblemente forzará. El que no llega es Iray. Y el que no estará, sancionado, en un mal guiño del destino, es Rubén, el del gol de Tenerife. Un gol que contribuyó a que el Sporting esté de aniversario en su partido 300. Una auténtica final.