Gol decisivo. El delantero Toni Corbella fue decisivo en el partido ante el Huracán con el tanto que marcó en el minuto 26 a pase de Genís - Javier

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La mochila tiene demasiado peso. Corren, se matan en el campo. Cuentan los días para irse. Es imposible que eso no se acabe notando en un partido. Pero ayer no. Ayer, en el último choque del año en Bintaufa -y cuidado con lo que pueda pasar- el equipo volvió a tirar de orgullo y se impuso al protestón Huracán valenciano con un gol de Toni Corbella. Fue la primera victoria dos meses después de la última.

Con Eloy en la portería disputando sus últimos minutos -y necesarios, porque Oliver, a pesar de estar en el banquillo, andaba renqueante-, se escuchó por todo el campo un voluntarioso "¡Vamos! ¡Por nosotros!" que daba que pensar más si cabe. Los primeros compases fueron de vigilancia, de precaución, con las marcas muy definidas y alguna falta para avisar de que esto no iba a ser fácil: sin producirse un juego bronco, ni mucho menos, en diez minutos se habían mostrado dos amarillas, ambas para el Huracán. Antes del descanso se quedaron con uno menos y cinco amarillas, como si nada.

El Sporting puso voluntad, pero no llegaba. Los valencianos empezaron a tomarle las costuras a los de Borsot y vieron una cierta inquietud en la zaga local. Su medio campo avanzó algo las líneas para presionar junto a sus dos puntas, provocando las primeras imprecisiones. De nuevo surcaba la sensación de que quien marcara primero tenía medio partido.

El peligro más evidente venía a balón parado. En el 19 una falta en línea de tres cuartos lanzada por Berto encontró el remate de Biel. Llegó poderoso, pero el balón salió fuera. Se iniciaba entonces el periodo de mayor dominio local. Y se vio mucho mejor cuando Genís ponía una asistencia a Corbella en el 26 para batir a placer al portero Paco. Era el 1-0 y era bastante merecido.

La película del encuentro debería tomar otro color necesariamente. El Huracán debería abrirse, buscar el empate, y encima se quedó con un jugador menos a la media hora cuando Alexis, por una falta tonta, veía la segunda amarilla. Genís casi tuvo el segundo en un tiro que rechazó Paco a cuatro minutos del descanso.

Ese era el guión que se preveía para el descanso. El Huracán arriesgando a pesar de estar con diez jugadores y ganándose tarjetas camino del vestuario simplemente por protestar. Y el Sporting en plan pillo, esperando, buscando la contra... Tirando de orgullo.
Movió el banquillo Estevez, colocando a un centrocampista por un delantero. Los de Borsot hicieron caso de la previsión y se echaron algo atrás. A la mínima saltaba la discusión y los valencianos merodeaban la meta de Eloy, sin parecer que jugaran con uno menos, aunque con el paso de los minutos fue bajando su intensidad.

Pero el Sporting Mahonés, con su lógica táctica conservadora parecía jugar a la ruleta rusa. Cualquier despiste, cualquier falta cerca del área podría costarle el partido como en anteriores citas. Postigo, en el 80 y Amarilla, en descuento, dieron dos sustos, como una extraña falta indirecta dentro del área pitada por Ortíz Blanco. Pero el Sporting aseguró tres puntos que son como una aspirina para el dolor de cabeza. La lástima es que este club tiene una enfermedad terminal. (P.D: Eloy, moltes gràcies per tot).