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Final del partido. Fundido en negro en el verde césped del Narcís Sala con un 6-0 para el Sant Andreu que, sinceramente, nos importaba un rábano a todos los que cogimos el avión. Se acabó lo que se reanudó un soleado 28 de junio del 2009 en el mítico Estadio Heliodoro Rodríguez López de Tenerife, cuando un gol de Rubén Carreras en el minuto 93 certificaba el retorno a la Segunda B tras 16 años. Con toda la emoción de las cosas que cuestan, que se sueñan, que se viven. Alguien recordó a los menorquines presentes que aquello nos cambiaría la vida. Y tanto. Pero ahora el Sporting inicia su viaje a la nada.

Alguien dijo que la vida es lo que sucede mientras se planea hacer otra cosa. En este club que eran dos, tenían que ser uno y al final son tres que se pelean o se ignoran, solamente los más desconfiados, los más agoreros, podían intuir lo que pasaría tres años después.
Todos preferimos soñar. Despiertos o con los ojos cerrados. Ahora que es tarde lo sabemos: todos nuestros ojos estaban tan cerrados. Porque ya saben lo que vino después. La falta de músculo social -un club no sobrevive en la categoría de la ruina del fútbol español con sólo 250 abonados-; la falta de una cantera fuerte; la falta de apoyo institucional -es más, el cachondeo institucional, los políticos-; la falta de uno o varios patrocinadores -antes porque a la isla esto le importaba un pito y ahora por eso y por la crisis de los dolores- y, por supuesto, aunque lo niegue, aunque se enfade: el señor Paco Segarra y sus comedias. Gracias por su esfuerzo y por las cosas buenas, pero su gestión postrera ha sido pésima.

Ayer, en el partido que poco importaba, quedaban ocho de la plantilla. De esos a los que les deben todo lo que han sudado. Ayer, ellos y cinco representantes del juvenil, el único futuro que tiene este club en el pedazo de desierto que le espera, volvieron a ser dignos. Que nadie lo olvide: en toda esta historia, los 22 de la plantilla, los técnicos y los que sienten este club desde el año en el que lo parieron son lo único digno. La gente del Sant Andreu, que también las ha visto de todos los colores, les aplaudió. ¿El resultado? Como pueden comprender, ayer, el resultado, solamente le importaba al Sant Andreu. El Sporting ya no era el Sporting.

Pero jugó, compitió, dio la cara. Por supuesto. Y esta crónica lo explicará. Pero las cosas son lo que son. El Sant Andreu era un lobo feroz ante una caperucita triste y asustada. Catorce segundos tardó el cuatribarrado en tirar a portería. El eje de la defensa blanquiazul era mantequilla pura. Percutían Eloi, Xavi Jiménez... Acabaron la primera parte con 2-0 con los goles de Luis Blanco (18') y Marc (34') pero pudieron ser cinco con un poco de acierto. La única luz arriba del Sporting fue un travesaño de Lamín en el 29, y atrás, dos o tres intervenciones de mérito del joven Marc.

Tras el descanso todo era muy parecido. Con más relajación si cabe. Como un trámite pasaban los minutos y el Sporting parecía el invitado de piedra. Y lo fue más cuando Luis Blanco remataba fácilmente un centro de Arroyo y marcaba el 3-0 en el 61, o cuando Eloi hacía el 4-0 en el 64, o el mismo Eloi el 5-0 en el 74, o Rubén el 6-0 en el 85.

Borsot sacó a Alex por Goñi y a Olives por Jonathan, aunque algunos seguían con tirones. El partido hacía mucho que tenía que haber acabado. Quizás ni tenía que haber empezado. Como esta pesadilla. ¿Saben que en el palco no había ningún directivo del Sporting Mahonés? Nadie. Segarra tampoco, por supuesto. O sea, que los únicos que dieron la cara, otra vez, fueron los mismos. Pero el 22 de enero del 2012 será recordado. Es el inicio de un viaje a la nada para el club que ha sido más representativo de la Isla en los últimos 30 años.