Derrota sensible. Con el 0-2 de ayer, el Ferreries encara el último tramo de la liga con el objetivo de la salvación muy comprometido - Gemma Andreu

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Las competiciones se aproximan a esos partidos calificados como finales. Afloran los nervios porque quien más y quien menos se juega algo. En el fútbol de Tercera, salvo un Mercadal que tiene margen, Alaior y Ferre lo tienen crudísimo.

Y el Ferre, ayer, dio un claro paso atrás con la derrota ante el Poblense (0-2) y con Andújar señalando directamente al colegiado Rotger Ramon, a un penalty no señalado y a un gol anulado por fuera de juego, más un montón de faltitas. Sin negarlo, quizá el análisis debería ser más profundo. Quizá es que esto no da para más.

Andújar tiró ayer de manual preventivo: un solo punta arriba, líneas muy juntitas, defensa por un tubo y si marcamos, a saber sufrir. Hace números, pero quizá sus números no van a llegar. En ese sentido, el rival iba más desahogado, pero eso no significó que mostrara mucha exquisitez en su juego.

Hasta el 15 no se vio una acción con un poco de intención más allá de los balonazos que no son nada más que alejar el esférico de tu zona, como conjuros inútiles contra el miedo. Fue un centro desde la izquierda que se fabricó Seguí, sin consecuencias. Un minuto después, el visitante Morlà remataba a la red aprovechando un rechazo, pero era un claro fuera de juego. Luego el Ferre respondió con alguna falta aislada, alguna aproximación. Pero nada.

Quien dio un buen susto fue Pulido. Hacia la media hora disputó un balón peligroso con Tomeu y se resintió de su muslo lesionado. El jugador aguantó y el Ferre, que estaba flirteando peligrosamente con el fuera de juego, reclamó un posible penal a Tiago en el 37, tras una buena jugada del muy activo Isaac. Pero nada varió hasta el descanso.

El duelo se reactivó bajo los mismos parámetros. Quién parecía llevarse la peor parte era Guel. El delantero del Ferre sufrió la fuerza de Amate en un rechace y dejó a su equipo con diez durante un buen rato, hasta que fue sustituido por Caballo.

Los minutos iban cayendo y la sensación es que el partido, si no finalizaba con el 0-0 inicial, se resolvería en alguna acción aislada, una falta o un despiste en defensa. O en un penal, como el que reclamó Tiago en el 65 en el eje del ataque, sin que se pitara.

El visitante Tomeu dio un susto con un balón en la media luna en el 71, pero Mingo paró fácil. Lo que no pudo parar fue un penalty claro en el 75. Joan no tuvo más remedio que hacer falta sobre Martí, con roja directa, y Pesse colocó un 0-1 que era mortal. "No podem fer res", decían en la grada. Con uno menos, con nervios, los blaugrana lo intentaron. Seguí cabeceó en el 87 el empate pero el árbitro lo anuló por fuera de juego.

Un minuto después, Alfonso hundía al Ferre con el 0-2 en medio de un nido de protestas y tarjetas. Pero el 0-2 lo que significa es desangrarse en el pozo.