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El segundo capítulo de la aventura del CD Menorca en la División de Honor se inició ayer ante la UE Sant Andreu con la incertidumbre de saber si el equipo de Vidal habría aprendido la lección que "olvidó" el jueves pasado ante el Manlleu, un rival a priori asequible y de "nuestra liga": que si no se aplica, si no va al cien por cien, sufre más de lo debido y se le escapan unos puntos que luego se suelen echan a faltar. Y ante el Sant Andreu, el resultado fue decepcionante. Los chicos se olvidaron los deberes en casa. La derrota final por 1-2, a pesar de gran esfuerzo realizado en el segundo tiempo, a pesar de la valentía de Lluís Vidal cuando puso a su equipo con defensa de tres para intentar arañar al menos un empate, es un toque de atención. Si se quiere seguir aquí, hay que darlo todo desde el principio, con concentración.

La puesta en escena vio a dos equipos que pretendían tocar el balón, pero fue el visitante el que dio más sensación de aplomo, de más compacto sobre el terreno, ante un Menorca que dejaba más espacios y que tenía más dificultades para controlar su eje defensivo. Por ahí llegó el primer susto. Arthuro, un centrocampista por el que pasaban casi todos los balones, dio el primer aviso a los tres minutos en un tiro centrado casi sin oposición. La respuesta llegó un minuto después por mediación de Sabater

Pero algo que ha pasado más de una vez, que Vidal avisa hasta la saciedad: el despiste. El centro del campo no presiona lo que debe, la defensa se contagia, y un rival -Ruiz esta vez- que coge un balón, dispara en casi tres cuartos y, sin quererlo, tienes el 0-1 en contra, y a nadar contracorriente.

El mismo Ruiz pudo hacer el 0-2 dos minutos después, en plena "empanada" local. Suerte que cruzó mucho el balón. Luego Ali y Lluís Camps respondieron, pero el gol llegó en el 34, cuando Rubén Ametller se inventó un centro-chut que se coló por alto cerca de la cruceta derecha ante la sorpresa del portero August.

Era el empate a uno y, visto lo visto, un buen premio para un Menorca que insistía en sus desajustes defensivos, en su leve presión arriba. Pero Josevi volvió a adelantar al Sant Andreu. Por eso se encontró otro balón tres minutos después prácticamente solo y le ajustó el balón al segundo palo a Enric Barber. Terrible. Vidal ni se movía, pero lo decía todo.

Tras el descanso, a seguir remando. Porque el Sant Andreu tenía la ventaja y fue capaz de saber echarse atrás o abrirse por momentos, aunque es cierto que el Menorca mejoró prestaciones y se puso el mono de trabajo porque lo tenía todo en contra.

Lluís Camps dio varios avisos y Vidal movió banquillo con la entraba de Urbina de principio y después agotando todos los cambios. Y se vieron los mejores minutos del Menorca, más incisivo... pero cuando ya tenía la boca del lobo en sus carnes.

Camps, Urbina, Biel... tuvieron ocasiones suficientes como para que el partido acabara en empate a dos. También es cierto que el Sant Andreu, cuando el Menorca se iba descaradamente al ataque, pudo haber rematado. Incluso es destacable el hecho que Vidal -cada vez más enfadado- mandara una defensa de tres.

Pero no fue suficiente. El Sant Andreu tiró de oficio y de pizca de suerte para devolverle la derrota de la ida al Menorca, aunque con un gol menos, y aunque su entrenador diera rienda suelta a sus improperios al considerar que el colegiado Bermúdez sobrepasaba el crono. Pero lo peor era que el Menorca quiso aprobar dejándose los deberes en casa. Otra vez.