El Menorca solo ha podido ganar dos partidos aunque ha tenido opciones prácticamente en todos los que ha jugado

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Camina firme el CD Menorca juvenil hacia el precipicio del descenso, de la pérdida de su status en la División de Honor juvenil, en la que si mantiene la tendencia bajista actual, habrá permanecido durante dos campañas. O sea, el mismo ciclo del anterior representante menorquín en la categoría, Penya Ciutadella. Con casi media Liga por delante, a ocho puntos de la salvación, todavía es posible reinvertir la dinámica actual que denuncia la sucesión de derrotas más desesperante aún si la cotejamos con la capacidad competitiva real del equipo que entrena Juan Romero.

El CD Menorca ha perdido once partidos en lo que llevamos de competición, y de esos diez encuentros, siete los ha cedido por solo un gol de diferencia. No parece, por tanto, tan lejos del nivel de esta Liga elitista por la que pasan los futuros jugadores de la Liga BBVA -la Primera División- pero sí lo suficiente como para no poder mantenerse en ella.

Aparece entonces el denominado síndrome del colista, una especie de ley de Murphy aplicada al fútbol en la que los golpes de fortuna acaban siendo completamente esquivos al protagonista en cuestión y le conducen al descenso.