El delantero menorquín, ejercitándose esta semana en el Municipal de Binissalem. | Binissalem

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Las lesiones entran en el deporte sí, aunque el calvario que ha sufrido Ignasi Dalmedo (Maó, 1992) supera todos los límites y ahora parece que el fin de su túnel está a nada. Unos 540 días, un año y medio después, el delantero volverá a sentir este sábado en Sa Pobla la adrenalina de un partido con el Binissalem. Un año y tres meses de lesión, a causa de la rotura del ligamento interior del tobillo y fractura y luxación de la tibia y peroné de su pieza izquierda cuyo regreso a los terrenos, previsto para este inicio de Tercera, se vio inesperadamente interrumpido por otro contratiempo. En este caso, un error médico, para colmo.

Cuando parecía que en este curso se llegaría al final de este triste episodio para Dalmedo? iniciado el 26 de julio del 2016 en el segundo entrenamiento en Binissalem?, en la primera operación a la que fue sometido en Palma los galenos se dejaron un trozo de broca dentro del hueso; error que al principio no tenía que molestarle pero que al final le ha supuesto otros tres meses, imprevistos, parado. «Me dijeron que no sería un problema ni molestaría pero mi cuerpo no lo aceptó y la expulsó, lo que me provocó un bulto y molestias, incluso para caminar». O sea, de nuevo al quirófano y enésimo parón a su puesta a punto física. Una odisea que esta Jornada 7 ante el Poblense llegará a su fin.

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