La plantilla unionista, junto a algunos jóvenes hinchas, posa tras la consecución de la Copa | Javier Coll

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La victoria conseguida el pasado sábado en la final de Copa sobre el Sami (2-0; Calero y Jorge), que supone el segundo título consecutivo que se embolsa en su tercera final seguida, permite a la Unión estrenar su particular dinastía en una competición que hasta el reciente trienio apenas había registrado presencia protagónica por su parte.

De hecho, entre la victoria del curso 1989/90, materializada con la denominación de UD Seislán, y la conquista del curso previo, 2017/18 ?ante el Penya en Los Pinos?, el conjunto mahonés entregó derrota en las cinco finales que disputó, fracturando esa maldición en la referida cita de diciembre de 2017, que repercutió asimismo como un primer paso para iniciar la hegemonía que desde hace un par de días ilustra con sus dos títulos seguidos. Solo Migjorn, Penya Ciutadella, Alaior y Ferreries ?que lo ha logrado en varias oportunidades, con un máximo de hasta cuatro títulos de forma sucesiva? han sido capaces, como ha hecho ahora la Unión, de hilvanar dos éxitos ininterrumpidos desde que la Copa alumbró en su actual concepción ?curso 86/87. Del mismo modo que el cuadro de San Carlos se ha erigido en el primero que a lo largo del último decenio repite presencia como finalista durante un trienio ?el Ferre 2007-09, que en su caso sumó los tres cetros, el antecedente.

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