Menudos y mayores del Atlètic, en una imagen de 2019, que confirma que el club tiene futuro. | Josep Bagur Gomila

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El Atlètic Ciutadella está de celebración, puesto que ayer domingo, día 15, el club que preside Esperança Juaneda (a su vez, esposa de un histórico dirigente del club como Pedro Torres), cumplió sus primeros 65 años de vida.

La génesis del club alojado en el campo de Sant Antoni (recinto que fue inaugurado en mayo de 1963 para ser su hogar) se remonta a la fusión que se llevó a término entre el CD Ciudadela y el CD Minerva, entonces los dos equipos de la ciudad de Ponent, cuya unificación alumbró, el 15-A de 1956, al inicialmente denominado Atlético Ciudadela (ahora Atlètic Ciutadella).

El propósito de aquella gestación fue aglutinar recursos, afición y jugadores en un único proyecto, que por razones evidentes disfrutaría de unas posibilidades de proyección superior a sus precursores, tal y como la historia posterior demostró. No en vano, desde su aparición, el club bermellón –adoptó tales colores en 1966, pues en su primer trienio de vida el Atlètic se atavió de uniforme blanco con franja verde– destacó como un club de referencia, tanto a nivel insular como balear (José Allès Quintana, a la sazón alcalde de la localidad, fue su primer presidente).

La fase de ascenso a Segunda que jugó en 1963 ante el Algeciras, o su presencia, como una clásico de la categoría, en la potente Tercera Nacional de los años 70 –en tiempos de los Lete, Faner, Prats, Serrano, Rivas... a los que se añadieron después los Epi Medina, Massanet, Galdona, Godoy o el ‘clan canario’– brillan como los pasajes más exuberantes, sin burlar sus apariciones en la Tercera balear de los 80, 90 y principios de siglo XXI, de la cronología de una entidad esencial para dar comprensión, tanto a nivel deportivo como social, a la Ciutadella de las últimas seis décadas.

Al margen del primer equipo, el Atlètic ha sido siempre una institución que ha hecho gala de una muy cuidada labor de cantera. La cantidad, ingente, de futbolistas que ha producido –como varios de los antes citados, o el portero Joan Capó, de dilatada carrera en Primera, entre otros muchos y más recientes– o el hecho de ser el único club de la Isla que completó un trienio ininterrumpido en la máxima categoría juvenil del país (1982-85, regresó después para otro bienio en la misma, 1987-89), así lo atestiguan.

Alejado en la actualidad de aquellas épocas doradas (el club no milita en Tercera desde 2010), en cualquier caso el Atlètic mantiene intactas sus constantes vitales, y tras burlar sus instantes más críticos hace algo más de un lustro, cuando incluso se llegó a temer por su supervivencia, avizora el futuro con optimismo. Feliz cumpleaños, Atlètic Ciutadella.