García, esta temporada con la camiseta del Sant Lluís | Gemma Andreu

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Corría la temporada 2017-18 de la Liga Iberdrola de voleibol femenino cuando el Avarca de Menorca de Bep Llorens contrataba a una nueva central para la red, Andrea GarcíaDrew’, madrileña de 27 años en aquel entonces, de 1.85cms y procedente del Voley Playa Madrid de Superliga. En un abrir y cerrar de ojos, aquel fichaje de antaño del Avarca, suma ya cuatro temporadas en el fútbol, para sorpresa del ‘mundillo’ del voley; dos en el Sporting de Mahón y dos más en el CCE Sant Lluís, este año, en Primera Nacional. García, al finalizar el curso como jugadora del Avarca 2017-18, se encontraba en agosto sin noticias del club ciutadellenc, prácticamente asumiendo que en el Pavelló no querían renovarla; sin embargo ella, feliz en la Isla, necesitaba seguir haciendo deporte –por salud física y mental–, así que, sin pensárselo un instante, un día fue a entrenar con el equipo de basket de Es Castell y otro con el Sporting y al final acabó optando por el fútbol. Cuatro años después, es delantera centro del primer equipo femenino de Menorca, el Sant Lluís de Primera. «Creo que me colocaron ahí porque básicamente es la posición más alejada de nuestra portería, por lo que si la lío tengo diez compañeras detrás para solucionarlo», bromea la madrileña, que otorga siempre trabajo y trabajo, dentro y fuera del campo.

Lejos de causarle algún tipo de reparo o frustración después de haber sido jugadora profesional de voleibol, asegura ‘Drew’ que su cambio drástico de deporte cuesta explicarlo. «Hay que experimentarlo, es un salto al vacío. Pasas de estar en un entorno cómodo y conocido a algo completamente nuevo, en el que tu único objetivo es no sentirte demasiado ridícula pero a la vez como una niña pequeña que acaba de descubrir el mundo; hasta los entrenamientos mas sencillos me parecían emocionantes», relata, sin arrepentimiento por su prematuro adiós al voley. «Dejarlo no, cómo acabó sí. Es una sensación agridulce y, de hecho, los primeros años ni veía partidos. Creo que a día de hoy solo volvería a jugar si viviese en Madrid, con Voley Playa Madrid, que es el equipo que siento como una familia y donde todavía están mis amigas», se sincera la jugadora del Sant Lluís, no sin después reconocer que el primer curso sin voleibol no fue fácil. «El primer año fui incapaz de volver al Pavelló y eso que todavía tengo alguna amiga en el equipo. Solo subir a Ciutadella, en el coche, se hacía el silencio y el corazón ya palpitaba de más, ansiedad; no había sabido gestionar la forma en la que se había acabado». Poco a poco esa sensación «ha ido mejorando y el año pasado sí seguí más la liga. Este año estoy algo más desconectada pero les deseo mucha suerte».

A García, fisioterapeuta de profesión, el fútbol no le es del todo nuevo. «En el colegio me encantaba pero en esa época había muy pocos equipos femeninos, así que acabé en baloncesto o atletismo y hasta los 18 años no empecé con el voleibol», recuerda ‘Drew’, a la que el cambio de jugar con las manos a con los pies, de entrada, le costó. «Al principio mucho y en algún partido despejé con la mano. Desde entonces no me dejan defender dentro del área», dice, entre risas. Sin embargo, para ella lo más complicado del fútbol no son los pies, «sino la cantidad de variables que presenta y saber ocupar bien los espacios y generarlos. Es como empezar de cero y te das cuenta que cuando veías un partido en la TV solo te parecía bueno el que regateaba bien pero es tan complejo y hay tantas cosas que te diría que el cambio ha sido y sigue siendo difícil», reconoce una ‘Drew’ que no se ‘moja’ a la hora de definirse como futbolista. «Te lo deben decir el cuerpo técnico y mis compañeras; lo que tengo claro es que cuando tengo la oportunidad intento ayudar al máximo al equipo», exclama, bromeando sobre su soltura y polivalencia en todos los deportes de equipo. «Tengo la ‘espinita’ del baloncesto (risas). De todas formas creo que esta será mi última temporada, así que si se os ocurre otro deporte estoy abierta a opciones», bromea la ex Avarca.

Permanencia en Primera

García, como el resto de compañeras, técnicos y club, sufren este año por la dureza y el devenir del Sant Lluís en Primera, batallando por salvarse. En palabras de la madrileña, «está siendo un año complicado pero lo bonito del deporte es que las cosas siempre pueden salir. Tanto el club como jugadoras hacemos un gran esfuerzo y para mí se merecen un gran aplauso y creo que tienen menos apoyo y capacidades que el voleibol, aquí en la Isla», reflexiona en voz alta, viendo cuál es la pócima para que las azuladas cojan carrerilla hacia la salvación. «Nos falta un partido en el que las piezas vuelvan a encajar para volver a tener confianza; las temporadas se hacen largas y perder no es fácil de gestionar».