Imagen del recorrido realizo por el avión.

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«Hubo momentos en el que pensamos que no lo contábamos». Así de claro relata Francisco Torres lo ocurrido. El entrenador de portero de la Peña Deportiva vivió en primera persona lo que en la plantilla han denominado como el «vuelo del terror». El vuelo VY3517 que unía Ibiza con Barcelona en la tarde del sábado se convirtió en una auténtica pesadilla para todos aquellos que viajaron en la aeronave.

El despegue fue tranquilo y el piloto comunicó al pasaje que no habría problemas ya que podrían esquivar la tormenta que había en el horizonte antes de aterrizar en El Prat. No fue así. «Yo hice un vídeo del atardecer muy bonito, pero ya al fondo se veían unas nubes que tenían muy mala pinta, pero nunca pensé que fuese a ser así», confiesa Torres, que continúa: «Yo estaba viendo una peli y empezaron las turbulencias, muy fuertes. Nosotros volamos mucho y nunca he visto nada igual. Cerré los ojos para evadirme mientras seguía escuchando la película».

En mitad de la tormenta, el piloto empezó la maniobra de aterrizaje y cuando ya parecía que iban a tocar suelo, levantó otra vez el vuelo de manera brusca. «Las cabezas iban de un lado para otro. Empezaron los gritos y había mucha gente vomitando. Todos estábamos muy nerviosos», señala.
El avión empezó entonces una maniobra para volver a tener ventana de aterrizaje, unos 20 minutos interminables de máxima tensión y miedo con unas turbulencias muy fuertes. El piloto inició un segundo aterrizaje que se vio obligado a abortar, con un remonte de vuelo todavía más brusco que el anterior.

El pánico se apoderó de la nave y, según cuenta Torres, los gritos fueron más fuertes la gente empezó a mandar mensajes a sus seres queridos. «Había un hombre que llamó llorando a su mujer para decirle que creía que iba a morir. Una mujer que iba con su hija gritaba pidiendo ayuda. Fue muy fuerte, se me ponen los pelos de punta al recordarlo», añade.

Sin gasolina

Por si esto fuese poco, el piloto informó al pasaje de que era imposible aterrizar en El Prat y que lo óptimo sería regresar a Ibiza, pero que no quedaba combustible para regresar a la isla, por lo que estaban buscando otra alternativa. Al final, tras varios minutos de tensión el avión salió de la zona de turbulencias y puso rumbo a Girona para aterrizar en un aeropuerto que no estaba preparado para recibir este tipo de vuelos. Tanto fue así, que una vez en tierra y con la calma ya regresando, los pasajeros tuvieron que permanecer más de una hora dentro del avión mientras preparaban las escaleras y todo el material para que pudiesen bajar del avión y desplazarse por el aeropuerto.

Al día siguiente jugaban en Badalona, perdieron. Eso fue lo de menos pues la sensación que tenían los jugadores de la Peña es que habían ganado mucho más.