Los porteros de la escuela, entre ellos los menorquines

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Entre los muros que rodean a la ciudad deportiva de Son Bibiloni se levanta una fábrica de porteros, con algo de acento menorquín. Aunque el camino para llegar al primer equipo del Mallorca sigue siendo bacheado y complejo, el nivel de técnicos y futbolistas, cada vez más profesionalizados, crece año a año en una cadena continúa de producción y aprendizaje que empieza en los benjamines y acaba en el filial. En la última temporada hasta 25 guardametas han ido forjando ahí su estilo, su personalidad y su carácter. Cuatro de ellos ya son internacionales. Otros lo acabarán siendo en breve. Y entre ellos, dos menorquines: el juvenil de Maó, Àlex Quevedo, a caballo entre el Segunda RFEF y el División de Honor Juvenil este año. Y Josep Mercadal, de Ferreries, en edad cadete.

«Hasta hace poco los porteros trabajaban aislados y ahora tratamos de integrarlos en situaciones de juego para después reconocerlas. Se trabaja de forma mucho más global, intentando que experimenten todo tipo de situaciones que se puedan dar en plena competición», explica Lluís Bernat, uno de los entrenadores que más y mejor conocen a los guardametas de futuro del Mallorca y uno de los culpables directos de que Pere Joan García, el mismo Quevedo, Niki Strashnikov o Bruno Klimek hayan sido reclamados por sus selecciones (en el caso de los últimos, con Bulgaria y Polonia) y empiecen a llamar a las puertas de las instancias superiores. Como ocurrió también con Ferran Quetglas, que el pasado verano fichaba por el Real Madrid. Codo a codo a Bernat, que lleva siete años metido en las entrañas del club y llegó a ponerse a los fogones de la primera plantilla durante la pandemia, trabajan otros técnicos.

Los guardametas de la fábrica de Son Bibiloni no trabajan solo con el balón. «Se apuesta por un método centrado en el jugador-persona», explica Bernat. «Basado en su educación integral, con valores y sentimiento mallorquinista. Se busca la constante adaptabilidad del portero a los contextos que se presentan. Contextos llenos de incertidumbre. El portero acumula toneladas de datos que con el paso del tiempo le ayudarán a tener una mejor comprensión del juego y ser capaces de entender que está pasando». El error, por supuesto, forma parte del proceso. «Es fundamental para crecer y es importante que les lleve a la reflexión, que se cuestionen y que, a su vez, valoren sus virtudes», añade. El modelo en el que ahonda el Mallorca, que abarca muchos perfiles de porteros distintos, va más allá del césped de los campos de la carretera de Sóller y exige una preparación a todos los niveles. O lo que es lo mismo: una alimentación saludable, responsabilidad en la formación académica y en las actividades externas o unos hábitos de descanso adecuados. El último techo que falta por romper es el de la primera plantilla, solo quebrado en los últimos tiempos por Miquel Parera o Leo Román, aunque el ibicenco, fichado en 2020 de la Peña Deportiva, solo ha pasado por los últimos escalones de Son Bibiloni. Sea como sea, la fábrica de porteros de la ciudad deportiva no para. Ahora solo falta optimizarla al máximo y ahí están Quevedo y Mercadal.

Mercadal renueva, a largo plazo

Estos pasados días precisamente se ha anunciado la renovación de Josep Mercadal. El joven guardameta del 2008 seguirá defendiendo los colores del Mallorca, con contrato a largo plazo. De 1.76m, lleva ya tres años de bermellón, tras salir del CE Ferreries.