La ya exjugadora verdiblanca, Sara Alcina, esta pasada temporada controlando el esférico. | M.A.G.

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El relevo generacional está tocando a la puerta de manera progresiva en el primer equipo femenino de la Unió Esportiva Sami de Ciutadella. De aquel grupo de chavalas que hace cerca de una década decidieron vestirse de corto y de la mano del veterano entrenador verdiblanco, Damià Bosch, iniciarse en el mundo del fútbol 11, van quedando ya pocas. En buena parte, gracias al trabajo que ha estado desarrollando estos años el club que preside Francesc Cavaller y que ha permitido que jóvenes talentos suban al equipo preparado ahora por Sam Martí. Y todo ello, pese al trabajo que todavía queda por hacerse en Menorca, para llegar a lograr incluso competiciones estrictamente femeninas en el fútbol hierba. Y en esta metamorfosis que sigue sufriendo el Sami, una de aquellas valientes pioneras en el Sami, Sara Alcina Mesquida (33 años), ha sido la última en anunciar este verano su retirada.

La extremo izquierdo ciutadellenca, que este curso pasado 2022-23 fue perdiendo protagonismo entre lesiones y problemas de trabajo, dice adiós a su periplo samista en el fútbol 11 y lo hace tras haberse iniciado, de más joven, en el fútbol sala, donde jugó varias temporadas en el Atlètic Ciutadella. A sus 33 años, Alcina, una jugadora comprometida con su equipo y su entidad siempre, deja atrás en el ‘futsal’ una Copa de Menorca, además del logro de un subcampeonato copero en el fútbol 11.

El por qué de su despedida

Alcina, que vive un final de verano diferente sin las obligaciones de los duros entrenamientos de pretemporada en el Municipal del UE Sami, explicaba ayer mismo a «Es Diari» por qué ahora su adiós al fútbol federado en la hierba. En palabras de la extremo izquierdo menorquina, «me retiro ahora porque esta pasada temporada, la verdad, no fue mi mejor año, con alguna lesión», lamenta Alcina, que admite algo contrariada que «me hubiera gustado retirarme de otra manera pero vino así y yo misma dije, hasta aquí». Además, prosigue la ex samista, «hay que dejar paso a las jóvenes, que vienen fuertes y a las que les deseo mucha suerte».

Los comienzos de Alcina fueron en el fútbol sala, cuando las féminas todavía comenzaban a hacerse un hueco en el deporte del balón en los pies. Con 17 años ya se entrenaba con el Penya Ciutadella de futsal y a los dos años, fichó con el Altètic Ciutadella y debutó, con Elena Montenegro de entrenadora. «Gracias a ella empecé a disfrutar del fútbol y me enseñó mucho. Y a los dos años me pasé al fútbol 11», recuerda, emocionada, Alcina. «Una amiga se fue al f11 y quise probar para ver qué tal se me daba. Me costó mucho porque sabía que sería diferente al ‘futsal’ pero al final le cogí el gusto, me motivó probar algo nuevo». Jugadora en ambas disciplinas, asegura Alcina que ambas son «bastante diferentes, en el ‘futsal’ tocas más balón, es más rápido y el fútbol 11 es mas lento y a veces no tocas pelota. Disfrutas en el fútbol sala», exclama. Dicho esto, subraya la insular que se ha sentido «mejor en el ‘futsal’ porque el campo es más pequeño y hay más intensidad de juego aunque poco a poco aprendí del f11». Echa la vista atrás Alcina, viendo cómo han cambiado y para bien las cosas en el mundo del deporte femenino y en el fútbol en particular. «Cuando empecé era todo nuevo, se tenía que formar el equipo poco a poco porque había pocas chicas que jugaban al fútbol», rememora, destacando que reinaba «mucho compañerismo, formábamos una buena piña. Con el tiempo ha cambiado para mejor porque tenemos más apoyos y nos valoraban más, con una mayor afición». Dicho de otra manera, señala Alcina que ya se sienten «más arropadas, va mejorando y es muy bonito ver que se va afianzando el fútbol femenino. Aún queda camino pero vamos avanzando que es lo importante, siempre adelante». Todo ello tras unos inicios no del todo sencillos. «Cuando empecé me apoyaron y eso es de agradecer. No tuve ningún problema y esto me empujó más a jugar. ¿Rara? No pero como empezábamos aún no nos seguía mucha gente», cuenta, preguntada por cómo la veían sus amigas mismas.

En Menorca, suplica Alcina, «hace falta que haya equipos de niñas y espero que llegue a haber competición. Sería muy bonito que no desaparezca y vaya creciendo», suplica, mientras medita qué hacer de ahora en adelante. «No sé, con el tiempo se verá. Ver y seguir al Sami, por supuesto», exclama de un equipo que, «con el tiempo, se ha formado una gran piña, mejorando como una gran familia. Las claves: Actitud, esfuerzo, dedicación y compañerismo. Formas un buen equipo y sale su recompensa», dice, eternamente agradecida, «a todas las entrenadoras y entrenadores que he tenido. Gracias al fútbol me llevo grandes amistades.

Alcina, finalmente, sale al paso del ‘culebrón Rubiales’. «Creo que lo que hizo es una falta de respeto a Jennifer, a las mujeres y al fútbol. Es mi opinión, estas cosas no tendrían que suceder».