Tiago. El jugador del Atlètic Ciutadella pugna por un balón en alto con un rival en un lance del partido - Cris

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Un tanto en el último minuto tiró por los suelos todo el trabajo realizado durante los 88 anteriores. El Atlètic Ciutadella padeció el síndrome del colista porque tuteo al líder, pero no pudo evitar una derrota (0-1) que le deja desahuciado y más cerca de certificar su descenso.

No mereció el Atlètic tan cruel desenlace. Tal vez un resultado más abultado no hubiese significado tanta amargura y desolación como el que se dio ayer. Venía el líder, y jugaba contra el colista, pero sólo si se mira la clasificación. En el campo eran once contra once y bien que la norma del fútbol dice que los partidos hay que ganarlos sobre el césped. Y si no que se lo pregunten a la Penya Santa Eulàlia, que sudó y de lo lindo para doblegar, y lo consiguió por los pelos, a un colista que demostró que puede hacer frente a cualquier rival, y que sólo las circunstancias en que se ha movido este equipo desde el inicio de temporada, han privado de soñar con la salvación mucho antes.

Ayer jugaron un partido muy completo, y la primera ocasión, casi la única, la tuvo a poco de comenzar. Gran contra bien conducida por Llonga, y Toli que se saca un zapatazo que obligó a Moro a lucirse, para evitar el tanto bermellón. No dominaba el balón la Penya como se podía esperar y sus acometidas no generaban el peligro suficiente para inquietar a la zaga local. Las intervenciones de Dani se daban en cuentagotas y todas bien resueltas.

El Atlètic se defendía bien, e intentaba en la manera de lo posible, organizar alguna contra que pudiera sorprender, a la también buena defensa pitiusa. La mejor ocasión del líder, llego a poco del descanso, en una doble oportunidad que resolvió fantásticamente Dani.

Tras el descanso, la Penya acentuó su dominio, introdujo dos cambios, y acechó con más convicción la meta atlética. Un par de disparos flojos por bando, un buen cabezazo de Gavilán que desvió Dani, y otro de falta de Rafael que detuvo bien Moro. Esto en los primeros veinte minutos. Luego, poco. Más errores que aciertos, más locura que tranquilidad, y el sueño del empate, que aunque no hubiese servido de mucho, hubiese dado mayor confianza al equipo para afrontar los últimos partidos de liga.

Pero en una contra, que no acabó en gol de milagro, el balón se perdió por el fondo y acabó en un saque de esquina que fue letal para los intereses locales. Tras tocar en algunos jugadores, Gavilan, sólo en el área chica y de media chilena, marcó el tanto del triunfo para su equipo que sumió a los pocos aficionados -sólo unos cincuenta- que se acercaron hasta Sant Antoni en la desolación de ver como se tiraba el trabajo de 88 minutos por la borda.

Desolación por la desgracia, que aumentó con la expulsión de Gasparini en el descuento. Al final, el buen hacer, no dio para sumar un punto, y sólo queda la buena imagen ofrecida. Desgraciadamente esto está visto para sentencia.

"Estoy orgulloso del equipo"

¿Cómo aparece uno ante los medios tras un palo como éste? Pues bien, Marc Serrano curtido en estas vicisitudes, compareció como siempre, intentando hacer un balance positivo del partido ofrecido por sus chicos y del que no ocultó su "admiración hacia sus jugadores. Hoy han estado de "chapó". Si la semana pasada no me gustaron, hoy no se merecían tal desenlace. Hemos hecho un enorme esfuerzo ante el líder, pero un pequeño error nos ha condenado".

El técnico catalán lamentó de nuevo las desgracias que acumula su equipo a lo largo de este campeonato. "Gasparini expulsado, Lucas con un tobillo inflamado, Toli asfixiado, y además los arbitrajes que no acompañan, pues ya me dirán. Al final, a mí también me ha expulsado por entrar a separar jugadores. Me ha dicho que lo dice el reglamento, pero para según qué, hacen lo que quieren. Estoy muy enfadado con el colegiado", aseveró un Serrano algo mosqueado.

Aún así, redundó en que "más no se puede, hemos tuteado al líder, y estoy muy orgulloso del equipo".