Seriedad. Una de las claves para la victoria del ViveMenorca pasa por no confiarse ante el rival - ARCHIVO

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El dinero, poderoso caballero, puede comprar todo lo que se proponga excepto dos cosas: Un dinosaurio y el honor. En lo primero, el Ciudad de Vigo tiene los mismos problemas que cualquier hijo de vecino, pero en lo segundo van sobrados. Desde el utillero hasta el pívot. Quedando sólo tres partidos para dejar la Adecco Oro en su primer año, la mentalidad y la motivación del conjunto que entrena Manolo Povea es la misma que la de David contra Goliath. Es más grande, es mejor, ¿y qué? De perdidos al río. Y ese es el mayor peligro para el ViveMenorca. Debe evitar el equipo de Paco Olmos esta noche, a partir de las 21 horas, confiarse como se confiaron Cáceres y Clínicas Rincón.

Porque en comparación el ViveMenorca tiene mucho más que perder que el Vigo, al que tampoco apoyará mucha gente desde las gradas del polideportivo de As Travesas. Paco Olmos pretende, y así lo espera el aficionado menorquín, que el equipo se desquite por fin y logre su primera victoria lejos del Pavelló Menorca en lo que va de 2010. Un triunfo que, de darse, zanjaría la cuarta posición para los menorquines y le haría recuperar confianza de cara a los compromisos lejos del Pavelló.

Paco Olmos advirtió en la rueda de prensa previa al encuentro que este partido no llega en el mejor momento de su equipo. La batalla contra Burgos costó más cara de lo previsto y el valenciano no tendrá en óptimas condiciones a los bases Diego Ciorciari, acabó con el tobillo muy cargado, y Josep Maria Guzmán, cuyos ligamentos no han pasado la mejor de sus semanas. Además, Michael Umeh, un tirador nato que vive prácticamente de las sensaciones a la hora de ejecutar su lanzamiento, ha tenido que acostumbrarse a marchas muy forzadas a incorporar en su rutina mecánica de tiro la molestia de la máscara protectora de los huesos de su nariz que están fracturados. Olmos ya adelantó que su recepción no estaba siendo buena. A favor, el técnico recupera a Urko Otegi que no pudo jugar la semana pasada.

En frente, un equipo orgulloso pero ante todo, un equipo. Menospreciar al Vigo, que está descendido, por el hecho de que no están entrenando juntos, como un equipo, sería peligroso. Jugar con fuego en una gasolinera. Es cierto que si los jugadores siguen compitiendo es para que la Federación no se quede con el aval que esperan cobrar a final de temporada, en concepto de pago de multas por incomparecencia. Y a partir de aquí le echan bemoles. Se trata de un equipo que ha competido en todos los partidos que ha disputado, excepto ante La Laguna (52-86). Su principal baza en casi todos los aspectos es el giganton Tim Frost (208 centímetros) y el base Marc Sola.

Ayer el equipo se reunió para llevar a cabo una sesión de tiro, protocolo puro, para intercambiar algunas impresiones con el entrenador pero poco más. Los argumentos que pueden presentar se ciernen sobre una buena defensa. Para Povea la base del baloncesto es la defensa, ahogar al rival y tener una buena selección de tiro exterior. A partir de ahí todo lo que venga será bueno.

Un patrocinador inseguro
Si el equipo ha llegado a esta situación en la que tanto jugadores como entrenador se han plantado y han decidido no seguir entrenando es porque desde el club no garantizan que el gran patrocinador del club, la empresa Kics, una multinacional que se encarga de certificar los lugares seguros para los niños, está buscando pretextos para romper el contrato de patrocinio por el que se comprometió a pagar 300.000 euros el 30 de mayo.

La empresa no tiene todavía la licencia para poder operar en España, además se trata de una empresa joven, por lo que no ha podido desarrollarse como era debido. Además, a diferencia del ViveMenorca, el Ciudad de Vigo no recibe ayuda alguna por parte de la Xunta de Galicia, que en cambio aporta 2 millones de euors al Obradoiro, en ACB.

Ante esta situación, a los de Povea sólo les resta apelar al honor. El ViveMenorca, con dinosaurio o sin, debe estar a la altura.

"Llega un momento en el que te quedas sin argumentos"
Resignado. Con voz entrecortada. Así contesta Manolo Povea el teléfono y pasa sus días a la espera que la complicada situación de su club se arregle. "Los sentimientos que tenemos son varios: preocupación, a la espera de que se solucione la situación económica que nos ha llevado a la huelga, tristeza, por haber competido todo el año menos un partido y haber descendido y dignidad porque el equipo quiere seguir compitiendo a pesar de que no cobre y esté descendido", apunta Povea.

Con todo, el técnico gallego no renuncia a la palabra 'equipo': "Los jugadores saben que la mejor forma de lucirse de cara a posibles contratos para el año que viene es en equipo, puede que haya alguna canasta donde debiera haber un pase, pero prima el equipo". Y las sensaciones a la hora de recibir al Menorca son nulas porque no ha habido entrenamiento previo en el que percibirlas.

Povea reconoce que su situación "no es fácil". "Como entrenador estás de punto de unión entre la directiva y los jugadores, que esperan una solución y lo único que puedes ofrecerles son argumentos que llega un momento que se acaban", matiza mientras reconoce que "mi labor ahora mismo es la de orientar a los jugadores sobre el campo para que den lo mejor de sí en favor del equipo, porque llega un momento en el que estás limitado".