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Domingo 6 de junio. El ViveMenorca se impone al Burgos en el partido definitivo y retorna a la ACB. Delirio en las gradas y en la pista, para posterior invasión del público. Autógrafos, fotos y enhorabuenas. Entre tanta fiesta, un chaval de 17 años se ausenta con dos de sus amigas de toda la vida, de las que hace apenas 2 años acudían a los partidos que disputaba en la Liga Cadete. Con el '16' en la espalda y adornado con un peculiar apellido de sólo dos letras: Llull.

Iván Llull ha dado quizás el paso más importante hacia la madurez al formar parte del equipo que ha logrado el ascenso en el curso académico más complicado, segundo de bachillerato, dónde suelen acabar la mayoría de carreras deportivas. "Ha sido un año muy bueno, con un ascenso a la ACB, algo que no se consigue todos los años", reconoce Llull, mientras todavía se le iluminan los ojos al recordar la gesta. A nivel personal ha supuesto "madurar deportivamente porque no es lo mismo jugar en un Primera Balear que en un LEB Oro, donde el paso adelante que das es más grande y aprendes más".

Esta precocidad a la hora de subir escalones en el baloncesto puede acabar en decepción si la gestión del jugador no es buena. "No he cambiado para nada, sigo siendo el mismo trabajador de siempre cuya filosofía de vida es: trabajo, trabajo y trabajo", matiza, mientras se tranquiliza con el paso de los minutos de la entrevista. Pero la temporada para Iván ha sido más dura de lo que se pueda imaginar a primera vista. A los entrenamientos con el primer equipo, los partidos con el CB Ciutadella y los entrenamientos de tecnificación se le debe sumar que mientras el equipo estaba peleando por ACB, Llull además se peleaba con la selectividad. "Ha sido complicado compaginar el baloncesto con el instituto, pero con trabajo puedes con todo, al menos yo he podido hacerlo", asegura, aunque subraya que "en épocas de exámenes es más complicado los estudios, el resto del año el baloncesto es más duro, es más complicado lograr un ascenso".

La sencillez que despierta el menor de los Llull se corrobora en la distancia corta. "En el instituto me han dado la enhorabuena, pero mis amigos me ven como me han visto siempre", apunta y advierte que el mejor consejo que le han dado en esta temporada se lo atribuye a Gaspar Roura, entrenador ayudante de Paco Olmos: "No dejes de trabajar; si quieres llegar a ser alguien no dejes de trabajar". "Y tiene razón", apostilla el joven base. En este sentido, Iván Llull reconoce que "me gustaría dedicarme profesionalmente al baloncesto pero sé que es difícil, por muchos temas".

De momento su primer escollo en esta vida, dejando a un lado Breogán, La Laguna y Burgos, han sido las matemáticas del bachiller científico. Es el examen que más le ha costado en la selectividad. Ahora, el 22 y 23 de junio tiene las pruebas de acceso a INEF, en la Universidad de Barcelona, por lo que los festejos de Sant Joan peligran para él. "Me gusta jugar a baloncesto pero creo que la educación nunca se tiene que dejar de lado, que es muy importante", admite y añade que "el club me está buscando equipo en Barcelona para la temporada que viene".

ACB, una ilusión para Llull

El joven jugador no termina de reconocer si cuenta o no con opciones reales de formar parte del proyecto ACB del ViveMenorca del año que viene pero dice que "jugar en ACB es una ilusión pero creo que no es el momento de dejar los estudios porque soy joven, tengo 17 años, no tengo nada asegurado, y seguir estudiando te garantiza una salida en la vida".

"Cada vez que he salido a jugar y el público me ovacionaba se me ponía la piel de gallina, lo reconozco, pero también mucha gente me conocía y deseaba que me salieran las cosas lo mejor posible", explica y simplifica reconociendo, con una sonrisa que "es el sentimiento menorquín que todo el mundo experimenta cuando ve a alguien de Menorca sobre la cancha".

"Me gustaría encontrarme con mi hermano sobre la pista, en el mismo equipo o como rivales, porque Sergi está en un nivel muy alto y significaría que yo he llegado tan lejos como él, pero sé que es complicado", reconoce esbozando una somnolienta sonrisa, como si en algún momento de su corta carrera ya hubiera ilusionado ese momento. "El consejo que me ha dado mi hermano es que trabaje como él lo hizo en su momento, que si lo hago las cosas irán llegando, buenas o malas. Si son buenas, bien; si son malas, siempre quedará la salida de los estudios". Sorprende la reflexión de un chaval que apenas cuenta con 17 años y al que la vida se le abre de par en par.

Tan claras tiene las ideas que hace dudar de su edad e incluso, a propuesta del entrevistador, se atreve a dar un consejo para los que como él, no hace tanto, están ahora compitiendo en baloncesto base: "Que trabajen duro, que entrenen cada día, que hagan caso a lo que les dicen sus entrenadores y que no dejen de estudiar, que es lo realmente importante en la vida". Filosofía Llull, trabajo, trabajo y trabajo.