Menorca. Una nueva aventura marcada por la precariedad económica para Humet, Reynés y Olmos - Archivo

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Aplíquense a la austeridad. Es el mensaje que emana de los despachos del Consular de la Mar una vez amortiguado –sólo en parte– el eco popular del desembolso que ha decretado el Ejecutivo para sostener el retorno del Menorca Bàsquet a la Liga de las estrellas. Es lo que pretende el Govern, que la tormenta pase cuanto antes y se hable lo menos posible en la prensa balear aunque 'Diario de Mallorca' incidiera el pasado lunes en los 12 millones de euros que le ha costado al Govern el club menorquinista en los últimos cinco años. (El artículo, en cuestión, obviaba, sin embargo, las cifras mucho más cuantiosas que ha destinado al Mallorca, Rafa Nadal, e incluso otras menores pero significativas a proyectos baloncestísticos de aquella Isla que han derivado en fracasos estrepitosos).

Sea como fuere, tiene ante sí la SAD que preside Benito Reynés y dirige Oriol Humet un reto árido en el que la imaginación jugará un papel tan importante como el acierto en las decisiones deportivas y sociales. O sea, todo lo contrario de lo que sucedió en las dos últimas campañas de la primera etapa en la ACB de las que todavía hay mucho que hablar por más que los dirigentes actuales miren al frente. Sería conveniente que una vez certificado el ingreso en la ACB el Consejo de Administración de la SAD tuviera la valentía de explicar con claridad el estado económico actual, su deuda real, y las incógnitas permanentes, más allá de la lectura rápida, difusa e interpretable, según convenga, que se hace en las anodinas juntas de accionistas.

Cuadrar el presupuesto mínimo de 3,5 millones de euros, y quizás, según la prensa mallorquina, hacerse cargo de los intereses del préstamo de 1,7 millones de euros dentro de cuatro meses, exigirá a las mentes pensantes del Pavelló Menorca un encaje de bolillos de lo más preciso porque no habrá margen para el error. Eso sí, la afición que deberá rascarse el bolsillo consciente de que la ACB es un lujo caro que debe costearse además del soporte institucional, tendrá claro esta vez que el signo que acompañará a su equipo será el de la derrota en la mayoría de partidos aunque habrá argumentos para obtener la permanencia.

Y es que no será sólo el Menorca el que esté obligado a poner en práctica una economía de guerra. La crisis no conoce identidades y el Joventut, por ejemplo, trabaja sobre un presupuesto, por el momento, de poco más de 5 millones de euros.

En el caso del Menorca, sin embargo, el caso es más flagrante porque los recursos, prescindiendo de los institucionales que tampoco podrán estirarse –el CIM ve complicado ya no aumentar sino mantener los 75.000 euros que ha destinado este año– escasean.

La ampliación de capital más que probable, con la consiguiente subida de las cuotas (entre el 30 y el 40%) , debe ir acompañada de uno o varios patrocinadores que se aproximen, como mínimo, a los 600.000 euros que aportaba años atrás Prasa aunque no se sepa cuándo y cómo los paga.

Así no es de extrañar que el club mantenga a cinco hombres curtidos en la LEB pero de escaso relieve en la ACB, y que haya cerrado a Rafa Huertas, otro escolta del 'perfil Olmos' procedente del Melilla, de la categoría inferior, como primera incorporación para el nuevo plantel. Huertas será confirmado por el club una vez la ACB acepte formalmente la inscripción del equipo. "Normalmente el jugador que destaca o es una figura en la LEB también acaba dando un buen nivel en la ACB", ha comentado Oriol Humet, avezado en este tipo de situaciones vividas en Valladolid y Granada. Es una manera de aplacar, por ejemplo, las dudas que puedan surgir con Cuthbert Victor que ocupará una de las dos plazas de americano en el equipo.

Queda claro que fichar un '5' solvente, por ejemplo, un Bud Eley con 10 años menos, y un base titular con calidad y experiencia, serán las bases principales sobre las que descansará este equipo en su camino hacia la permanencia en la categoría. Todo lo que el presupuesto permita, que no será mucho. Más bien lo contrario. Aplíquense señores.