superioridad. Gasol, máximo anotador, machacando el aro - Reuters

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La selección española demostró ayer que su mal tiene cura y ante Nueva Zelanda obtuvo 17 puntos de ventaja, 101-84, en su primera victoria en el campeonato del Mundo que se está disputando en Turquía, aunque en el juego todavía le quede mucho camino por recorrer. La aportación del menorquín Sergi Llull fue discreta, ya que no consiguió ningún punto, dio dos asistencias y capturó un rebote.

La selección española salió con el firme propósito de reivindicarse, de demostrarse a sí misma que la derrota contra Francia fue un mero accidente. No habían pasado cuatro minutos todavía y Rudy Fernández rubricó con un 'alley-hoop', vía Ricky, el 15-5 en el marcador. Todo parecía felizmente encaminado.
Pero España disminuyó en sus prestaciones. Ni la entrada alternativa de los titulares mejoró en exceso la situación. La defensa volvió a funcionar bien, a ratos, pero en ataque no hubo la fluidez a la que está acostumbrada la selección, pese a los muchos puntos y a la mejoría en el tiro.

Detalles al margen, el equipo nacional se fue al descanso con sólo cuatro puntos de ventaja, 48-44, y el susto metido en el cuerpo.

Penny fue la punta de lanza neozelandesa (16 puntos en los primeros 20 minutos) y Abercrombie su mejor ayudante (13 puntos). Por parte española, Rudy y Navarro fueron los más acertados, pero con más sombras que luces.

En el tercer cuarto el aro se oscureció para los 'kiwis' por la buena defensa española y el equipo, incluso pudo correr un par de contraataques.
Scariolo volvió a sacar a los titulares de la pista y las ventajas no volvieron a bajar de lo diez puntos, y al término del tercer cuarto el marcador reflejó un tranquilizante 77-63.

Tras algún titubeo inicial en los diez minutos de la verdad, la selección demostró que su mal tiene cura pero que aún necesita cuidados. El descanso de hoy, antes de enfrentarse mañana a Lituania, debe ser de reflexión.