Todo un campeón. Joan Bagur, coleccionista de medallas - Paco Sturla

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Seguramente por la calle pasa inadvertido. Su forma de ser dista kilómetros del clásico ego subido que atesoran la mayoría de deportistas que en su vida han saboreado el éxito. Pero esto no le pasa al migjorner Joan Bagur, que a sus 41 años salvaguarda una colección cuanto menos peculiar y muy especial. Se trata, sin dudas, del mejor deportista IGA de Menorca. Las nueve medallas que cuelgan en la pared de su casa, seis de oro, le elevan al Olimpo IGA, y le colocan como el rival a batir en tiro al plato. Pero él sigue tan cercano como siempre. Como lo ha sido en Wight, lejos del protagonismo que le alzó a él y a Sebastià Bosch como los primeros en colgarse un metal en la expedición menorquina, fue plata. En la isla británica subió hasta en cuatro ocasiones al podio pero en su sencilla modestia reconoce "la verdad, no me lo esperaba".

¿Cómo entra en el mundo del tiro al plato?
Desde muy pequeño he sido cazador, me gusta salir al campo. Un día fui al campo de tiro, lo probé y vi que era lo mío. Desde entonces procuro ir una vez a la semana, y he llegado a disputar finales a nivel nacional.

Lo prueba, le gusta, va mejorando y llegan los IGA.
He estado en todas las ediciones que se han disputado y el balance es muy positivo, la verdad tanto en foso olímpico como en robot. En Rodas logramos tres oros y una plata, en Aland no fue tan bien porque sólo logré un oro por equipo y también porque había menos categorías en las que participar, y en Wight dos oros y dos platas.

En total usted se ha colgado nueve medallas.
Si. Se puede decir que me ha ido bastante bien, de momento. En Wight noté mucho que ya tengo más experiencia en este tipo de competiciones aunque la verdad es que no pensaba que me llevaría tantas medallas. Este año no he podido entrenar tanto como en otras ocasiones, además he renunciado esta temporada a competir a nivel nacional fuera de la Isla.

¿Qué se siente cuando suena 'Un senyor damunt un ruc', sube la bandera y todo ello en su honor?
Siento una emoción muy grande, se me pone la piel de gallina. Es como cuando oyes el 'jaleo'

¿Cuál es el secreto de su puntería a veces de oro y otras de plata?
En este deporte es muy importante tener la cabeza clara. Hay que estar centrado al máximo. Si te duele la cabeza no puedes tirar bien. El tiro al plato es un deporte de sensaciones y si no estás concentrado no puedes tirar bien.

Cómo le pasó en Wight. Nervios, dolor de barriga...
Sí, hubo momentos delicados. Me favoreció la experiencia de los otros dos juegos porque sí que vi que mucha gente se ponía nerviosa y que fallaba.

Tras tres juegos, los rivales le deben tener un poco de manía...
No creas, en el tiro con plato hay buen rollo y todos nos llevamos muy bien. No tenemos problemas entre nosotros. Algunos si que me hicieron alguna broma, como diciendo que dejara alguna medalla para los demás, pero sin malas intenciones. Me llevo igual de bien con todos los rivales aunque el problema es que no sé inglés y no puedo hablar con ellos demasiado, pero nos entendemos mínimamente.

¿Qué clase de entrenamiento sigue?
No es muy complicado. Voy al campo de tiro en la Costa Nova cada semana y hago una o dos series. Cada serie consta de 25 platos, que se tardan en disparar unos 20 minutos si hay seis tiradores. Antes entrenaba más porque competía en los campeonatos de España pero ahora lo he ido dejando y sólo entreno un día a la semana y también en parte porque no hay demasiada afición y sólo se abre el club de tiro el sábado.

¿Sus rivales en los IGA tienen los mismos problemas para entrenar?
No lo comentamos mucho. Hablamos con el equipo de Wight y lo tenían peor porque el campo de tiro sólo abría tres horas cada 15 días por el ruido y porque había casas cerca.

Debe ser una celebridad por Es Migjorn Gran...
Es un pueblo pequeño y todo el mundo se conoce. Me han felicitado mucho, ha habido muchas bromas también. Es algo muy bonito.

Ahora, Joan Bagur mira con ilusión el nuevo reto IGA que se desvela ante si, los juegos que se celebrarán en el año 2013 en la isla de Bermuda. Por delante le queda un bienio de competiciones, demostrar que es el mejor tirador de la isla, superar el puñado de horas de vuelo y colgarse una medalla. Él hace que parezca así de fácil.