Pancarta. El lema de la Penya Forera, en el partido de ayer

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Si algo bueno tiene el regreso a la segunda liga nacional tras el paso por la ACB es que permite el reencuentro con el Bàsquet Mallorca -otrora, Inca- en la competición. No existe hoy la rivalidad acusada que presidió el final del siglo pasado o los primeros años del actual, pero, residualmente, algo queda de aquellos encuentros inolvidables en el vetusto polideportivo Municipal.

El partido de ayer constató que esa extrapolada batalla entre islas engancha a la afición menorquina, la motiva. Fue posiblemente, la mejor entrada de la temporada en el Pavelló Menorca -sobre las 3.000 personas- porque los aficionados buscan algo más, un plus añadido como el que concede tumbar al vecino tras un encuentro vibrante como el que brindaron ayer los dos primeros clubes de baloncesto del archipiélago.

La diferencia presupuestaria que favorece con claridad al Menorca, tanto como su trayectoria en el olimpo nacional durante el último decenio, al final dictaron sentencia para alegría de sus aficionados que vivieron un partido con sabor añejo. A partir de un par de decisiones arbitrales discutibles en contra de su equipo, los menorquines de la grada -'mes menorquins que mai', como decía la pancarta de la penya Forera Jaleo- elevaron los decibelios del Pavelló para apuntalar la reacción de sus jugadores.
El Menorca salió airoso de una excelente manifestación deportiva de élite, de las pocas que van quedando en la Isla.