Grupo de judokas - Gemma Andreu

TW
0

A menudo, un deportista debe reinventarse, cambiar el enfoque de un reto para seguir adelante practicando la pasión de su vida. Puede que la historia de uno de los mejores judokas menorquines de la historia, la de Iván Ninou (Maó, 1985), parezca que no ha tenido un final feliz alejado ya de la preparación de élite y abandonados sus sueños de acudir a unos Juegos Olímpicos que llegó a tener muy cerca.

Ahora poco a poco va saliendo del tatami para ser entrenador. Con seis medallas de oro que le acreditan como campeón de España, varias preseas nacionales e internacionales, tres participaciones en diferentes campeonatos de Europa y cinco años en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, entre otros puntos que destacan en un currículo admirable, ahora quiere compartir todo el bagaje recogido hasta el momento, que no es poco, y lo hace en el club Pasqual Calbó. "Mis experiencias pueden ayudar a otros a llegar más lejos que yo y quizás no cometer los mismos errores", avanza.

La idílica historia de Ninou comenzó a los 11 años, "aburrido de probar el fútbol y el baloncesto, me decanté por el judo, me encantó desde el primer momento y cada vez que perdía me daba tanta rabia que entrenaba más tiempo". Y lo hizo bien. A los 17 años, sin rival en los torneos regionales y destacando por los nacionales, le llegó una "beca del CAR de Madrid. Era un deportista de élite, entrenaba cinco o seis horas al día".

La vivencia se prolongó por cinco años cargados de éxitos, codeándose con los mejores judokas del planeta pero un día se acabó. "Todos los recuerdos que tengo de esa época son buenos, viajes, momentos con los compañeros de la selección, conocer a mucha gente, entrenar mucho... Hacía lo que me encantaba".

¿Merece la pena si echa un vistazo atrás?

"Si me lo volvieran a ofrecer aceptaría sin pensarlo, no me arrepiento de nada y es lo que mejor me ha pasado porque me ha formado como persona y me ha ayudado a ser como soy ahora".

El laureado judoka menorquín reconoce que "siempre me he sentido orgulloso de ganar todo lo que he ganado" pero lo mejor "ha sido la sensación de satisfacción", es decir "el judo es un deporte minoritario, nunca he ganado un euro compitiendo, pero la satisfacción de competir, ganar, salir al tatami y decir 'aquí estoy yo', e ir a un campeonato y que la gente te reconozca, es más importante el reconocimiento de la gente que las victorias que haya tenido".

La cruz de una moneda que parecía brillar sin fin fue "estar lejos de casa, echar de menos Menorca, dejar a mis padres atrás y llegar a un sitio nuevo y sin amigos". El todavía deportista admite que "no cambiaría nada, he tenido mis fallos pero también mis aciertos y gracias a ellos soy como soy". El que lo conoce sabe que la humildad es una de las principales virtudes de este campeón.

Del tatami a dar clases

Iván Ninou lleva junto a Andreu Seguí el club del Pasqual Calbó donde una veintena de jóvenes y no tan jóvenes mejoran su técnica o, sencillamente, descubren el judo. "Somos un club que está empezando, nos falta promoción, darnos a conocer por las escuelas y explicar que, a diferencia de otros, nuestra política es enseñar que este deporte es, ante todo, divertido", explica el de Es Castell, que asegura que "me apetece enseñar, compartir todo lo que he vivido, las cosas que me han pasado, las personas que he conocido...

Compartir estas experiencias para que ayuden a otros chavales a llegar más lejos que yo y evitar que cometan los mismos errores".Pero, ¿qué es el judo para Ninou? "Es un estilo de vida, una persona que lo practica vive de una forma distinta. Una parte muy importante es la disciplina, no ves a la gente gritar o insultar al árbitro, como en el fútbol, por ejemplo. En este deporte te enseñan a respetar a la gente, a los contrarios...".

El mahonés apuesta por ser un profesor cercano "intento que los chicos se diviertan, les explico casos que me han pasado, intento motivarlos aunque tengo que mejorar como profesor".

El 'sensei' Ninou apuesta por "enseñar lo que me enseñaron a mí, el respeto y la disciplina" así como "la parte divertida del judo y de la competición". ¿Cómo? "Además de enseñarles las técnicas les cuento anécdotas de mis competiciones o de los países donde he estado y ahí es cuando les cambia la cara, ves que les hace mucha ilusión y luego intento ser cercano, les digo 'os voy a enseñar un truco' para mostrar una técnica pero intento captar su atención, se trata de hacerlo más ameno y entretenido a la par que eficaz".

El deportista está convencido de que se encuentra "más cómodo dentro del tatami, compitiendo, porque fuera todavía me voy haciendo a la idea pero lo importante es expresarte bien y que los chicos te entiendan", mientras que cuando compite "voy a mi rollo, sé lo que tengo que hacer y lo que no".

Y, ¿qué hay de los errores del pasado?

"Intentamos que no se vuelvan a repetir. Por ejemplo, en el judo las categorías se dividen por el peso así que tu primera lucha es contra la báscula, tienes que ganar peso o perderlo así que si no llevas el control puede ser perjudicial porque a lo mejor tienes que perder diez kilos en una semana y te pegas unas palizas de muerte". Sobresalta la ilusión con la que el nuevo sensei se expresa, consciente de lo mucho que puede aportar.

¿Todavía hay quien piensa que la historia no tiene un final feliz?