Especial. Los dos protagonistas, en el estadio Vicente Calderón - j.c.

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El chaval que me acompaña en la foto es el portero del equipo infantil del Puerta Bonita- un club histórico de Madrid que cuida mucho a su cantera-. Recientemente tuve la suerte de acudir con él y con su padre, un amigo desde los tiempos adolescentes, a ver un partido de la Europe League al Vicente Calderón y allí nos fotografiamos para tener un recuerdo.

Raúl, así se llama el chaval, es una atlético de cuna, desde bien pequeño le gusta el fútbol y sus colores han sido siempre los "rojiblancos". Al igual que su padre Raúl es un aficionado moderado, y eso que está en plena adolescencia, es decir: disfruta con su equipo y lo anima cuando puede, pero no sostiene un discurso fanático y ciego contra otros equipos rivales, supongo que influenciado por su padre que disfruta de los partidos del Atlético de Madrid sin otro objetivo que pasar un buen rato con amigos, y saborear un momento de ocio y disfrute deportivo, y ahora más que nunca porque a los "colchoneros" les ha dado por ganarlo todo.

La tarde era desapacible en Madrid, soplaba un viento frío y no paraba de llover, el estadio Vicente Calderón está construido al lado del río Manzanares y cuando te sientas en las gradas notas como la humedad te cala poco a poco. Aún así les aseguro que el momento fue mágico y gratificante. Y no porque el Atlético ganara el partido, que también, sino por la compañía y el escenario.

Acudir a los estadios a ver los partidos es muy diferente a verlos por televisión. Las luces del estadio, el ambiente de la afición, el ruido de la gente comiendo pipas, los bocadillos del descanso, los gritos de ánimos o la celebración de los goles generan un subidón colectivo de alegría y buen rollo que es difícil alcanzar cuando se ve el partido televisado, es la magia del deporte, es la grandeza del deporte.

Compartir con Raúl y con su padre ese momento supuso una desconexión muy sana, una salida de rutina reparadora, una tarde de amistad y deporte, una recarga de energía sana y lúdica que te pone las pilas para afrontar la cotidianeidad y la rutina.

Todos deberíamos poder disfrutar del deporte en su lado más lúdico, en su lado más divertido. Puede que existan unos cuantos que pretendan mezclar temas, que aprovechen las energías de unos colores deportivos para manifestar en los estadios posturas políticas, allá ellos.

Todos nos merecemos momentos de alegría y amistad compartida, y eso no nos lo debería quitar nadie. Les aseguro, queridos lectores, que es el mejor paraguas contra todo tipo de lluvia.