El grupo. El equipo menorquín, al que se sumaba en Madrid Albert Navarro, y ya en Bermudas los cuatro tiradores, posaron ayer junto a los 10 miembros del staff en el Aeropuerto - Javier

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Y por fin llegó el día de la partida para los 32 jóvenes menorquines -algunos, no tanto- que ayer pusieron rumbo a ultramar, a las islas Bermudas donde a partir del sábado van a disputar la decimoquinta edición de los Island Games en aquellas lejanas tierras.
El reloj aún no marcaba las 12 del mediodía cuando el Aeropuerto ya estaba ocupado por los 27 deportistas y diez miembros de la organización que constituyen la expedición insular en esta cuarta cita de los IGA en la que el deporte menorquín va a tratar de hacer valer su progresión en plena decadencia de los deportes de equipo que no acuden al evento.

Rostros risueños, alguna que otra carcajada, y, en todo caso, entusiasmo mezclado con la incertidumbre entre la mayoría de los viajeros ya que muchos de ellos van a competir por primera vez en esta pequeña olimpiada entre islas. Desde Ranthorne Brownlow, golfista, el más veterano de la expedición, hasta Pol Coll, surfista, el más joven, todos irradiaban las mismas sensaciones. "Esperamos estar al nivel y dar lo mejor", explicaba el ciclista olímpico Albert Torres. "Vamos a disfrutar y a competir", indicaba Juanjo Pons, conseller y presidente de IGA. "Somos menos pero vamos a ganar más medallas, proporcionalmente, que las otras veces", aseguraba un radiante Arturo Sintes, delegado del equipo ciclista.

El grupo, al que debía incorporarse ya en Madrid el jugador de badminton, Albert Navarro, pernoctó anoche en un hotel de la capital y esta mañana toma un vuelo rumbo a Miami donde enlazara con otro directo a Bermuda, la isla mayor de aquél archipiélago, sede de los Juegos. Su llegada está prevista a las 2 de la madrugada, hora española (seis horas menos allí).

Hoy viajarán por otra ruta los cuatro tiradores. Todos participarán el sábado en la esperada ceremonia inaugural. Será uno de los momentos culminantes de este evento que supone un hito para quienes lo experimentan. Amistad, cohesión, aliento, competición y mucho menorquinismo para dar y repartir en diez días inolvidables.