La ucraniana Liza Lazurenko, de visita a El Toro, agradece a este diario que se le pregunte sobre la guerra, creyendo que es muy importante compartirlo, denunciarlo y esperar que pueda ayudar, «que alguien escuche y detenga este horror».

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«Hace dos años que hay guerra en Ucrania. Parece mentira para quien no vive allí y no sabe lo que está pasando pero para mí es una realidad que lamentablemente ocurre y quiero creer que terminará muy pronto; saber que mi familia está a salvo, que puedo volver a casa y estar tranquila de que no me pasará nada; ni a mí ni a mi gente». Son las estremecedoras palabras de la colocadora ucraniana del Avarca de Menorca de la Liga Iberdrola de voleibol, Liza Lazurenko, cuya vida transcurre básicamente entre entrenamientos y partidos con el Avarca y estar pendiente de lo que ocurre en Ucrania, donde Lazurenko tiene al grueso de familia y amigos.

Nacida el 2000 en Kharkov ‘Liz’ tiene dos hermanas; la mayor vive en Alemania desde el comienzo de la guerra y la menor está con sus padres, en Ucrania, en el pequeño pueblo de Orelka, región de Kharkov, muy cerca de los territorios ocupados. «Desde Menorca estoy muy preocupada por mi familia, trato de ayudarlos en todo lo que puedo y mantengo el contacto lo más a menudo posible. Y la verdad es que tras las últimas noticias, cada vez estoy más preocupada por mi gente», señalaba ayer a «Es Diari» Lazurenko, apenas unos días después que se hayan cumplido dos años del triste conflicto bélico.

Ese día, coincidiendo con el encuentro del Avarca ante el Heidelberg en el Pavelló, la ucraniana del Avarca lució en su zamarra los colores de la bandera de su país. «Quería recordar a todo el mundo que todavía hay una guerra en Ucrania, que los ucranianos luchan por nuestro país, por nuestra independencia», asiente.

El mundo ve incrédulo lo que está aconteciendo en Ucrania y su guerra con Rusia, un trágico hecho por el que las reacciones se siguen sucediendo, a través del deporte. Lazurenko narra a este diario que, «de momento, gracias a Dios, todos están bien en mi familia, y a salvo, aunque es difícil hablar de seguridad cuando una bomba puede llegar ahora mismo, sin importar tu ubicación, ya que los rusos destruyen todo a su paso», dice. «Sin una gota de piedad, están destruyendo toda nuestra infraestructura: hospitales, universidades, teatros, campos deportivos, escuelas, guarderías, hospitales de maternidad, etc», exclama, con profunda tristeza. Si bien en su familia están todos bien, no puede decir lo mismo de su círculo más intimo: «Algunos de mis amigos ya han muerto, tenían mi edad. Me temo que es imposible influir en parar la guerra, que no puedo hacer nada excepto que donar para nuestro ejército. Todo el mundo lo hace a su manera; algunos donan sangre y otros envían dinero para nuevas armas».

Insiste Lazurenko en su preocupación por su familia, ya que hablar de calma, estando en guerra, es imposible. «De momento están a salvo, hay días en que los helicópteros sobrevuelan nuestra casa pero creo que son nuestros ucranianos. En Ucrania les avisan cuando es necesario refugiarse porque pueda caer una bomba, algo que todas las personas están obligadas a hacer por motivos de protección», señala ‘Lazu’, con su padre en la cabeza, al ser hombre. «Mi papá no ha ido a la guerra pero está obligado a hacerlo pero como ahora tiene problemas de espalda, puede quedarse en casa», respira la componente del Avarca.

¿Si parece mentira lo que vivimos? «Aquí poca gente habla de ello o sabe lo que pasa en mi país; sería infinitamente más feliz si me enterara de que todo es una mentira, que la noticia de que algunos de mis amigos murieron no es cierta o que los que estudiaron conmigo ahora no deben empuñar armas y duermen por las noches. Que fuera mentira que mi padre debe ir a luchar, que algunos amigos no tienen un hogar ni a donde regresar», explota Lazurenko, con el corazón roto. «Todo esto lo digo porque quiero que se sepa; comparto cuál es mi realidad, además del voleibol».

Irá a su país al cierre del curso

Lo que sí tiene muy claro la jugadora del Avarca es que cuando finalice la temporada, «me voy a ir a casa, a Ucrania, a ver a toda mi familia y amigos. Dado que todos los hombres tienen prohibido salir del país durante la guerra– están obligados a realizar el servicio militar–, mi padre no puede salir del país, mi madre no quiere dejarlo y mi hermana menor está con ellos; cuenta con el apoyo de los padres», cierra una preocupada Lazurenko.